El optimismo en el campo tras el cambio de Gobierno se renovó pero aún no alcanza para dar con la tan esperada reactivación. La determinación política de devolverle rentabilidad, a través de la quita de las retenciones, deducción del 5 por ciento a la soja, la devaluación de la moneda y la promoción en el mundo, no lograron el impacto esperado en el mercado inmobiliario rural. A pesar de que este segmento tiene una mirada esperanzadora en el futuro económico local, la cautela es lo que predomina entre compradores y vendedores.
El campo dejó de ser un territorio de inversión para especuladores y hoy son los productores, los que tienen en sus manos el poder de volver a darle impulso al negocio de real estate rural.
“El campo es distinto a toda inversión inmobiliaria, dado que se compra un terreno que produce alimento, la principal ventaja productiva del país”, indica Federico Nordheimer, miembro de la inmobiliaria que lleva el apellido familiar. “Dependerá de cómo evolucione esta industria, para que la reactivación se concrete. Todos esperamos que la promesa de que la Argentina se transforme del granero al supermercado del mundo se haga realidad. De esa manera año tras año el campo irá mejorando”, agrega.
Por ahora, el panorama muestra una notoria escasez de operaciones, situación que se vio agudizada durante el último año debido a la caída de los commodities. Esto no hizo más que agravar la escasa rentabilidad que hoy tiene el sector, la cual cayó un 30 por ciento en los últimos cinco años.
Así, la compra venta de tierras como el mercado de alquileres cuyos valores todavía no pueden ser costeados con la actividad agropecuaria se vio afectado por la caída de la rentabilidad.
“Terminó un Gobierno y arrancó otro con la sensación que el mercado iba a volver a la normalidad pronto eso no ocurrió, al menos en los tiempos previstos”, se lamenta Marianc Maurette, presidente de la Cámara Argentina de Inmobiliarias Rurales (CAIR). “En materia de campos, el atraso de la cosecha que se dio recién en el mes de mayo, cuando se esperaba para abril, hizo que la renegociación o los nuevos contratos de arrendamientos se atrasaran también”.
La Cámara Argentina de Inmobiliarias Rurales (CAIR) mide la actividad del mercado inmobiliario rural a partir de su propio índice (InCAIR) que en septiembre marcó un registro de 41,08 puntos, con una leve caída con respecto al mes anterior. Javier Christensen, secretario de la Comisión Directiva de CAIR refiere que en el último mes la compleja operatoria del blanqueo postergó las decisiones de inversión pero aún continúan vigentes las expectativas vinculadas a la performance de la economía a futuro. A la vez que sostiene que “las altas tasas de interés sumadas a un tipo de cambio semifijo continúan frenando al mercado”.
En la Argentina un 50 por ciento de los cultivos se realiza sobre campos arrendados, pero pese a las buenas expectativas generadas con el cambio de Gobierno, las previsiones aún son moderadas.
“En lo que queda del año no se esperan grandes modificaciones en cuanto a la rentabilidad. Pues la carga tributaria es aún elevada y el ciclo de producción requiere de más tiempo. Las mejoras recién se verán el año con que viene con la nueva cosecha”, remarca Jorge Areco, ingeniero agrónomo de la División Campos de Díaz Mayer & Brie Propiedades.
Por su parte Villagra resalta que si bien se quitaron las retenciones, “el sector todavía tiene costos altos. Si a eso se le suma que no se otorgará la quita de otro 5 por ciento a la soja y el comportamiento de clima es bastante errático, la rentabilidad resulta escasa”.
Publicado en el suplemento Inmuebles Comerciales del diario LA NACION