La estabilidad, el mantenimiento y el seguro en la zona son claves; la inversión no debe superar el 15 por ciento sobre los desarrollos regulares.
La idea de vivir sobre el agua tiene antecedentes históricos en los canales de Amsterdam, en Holanda, donde las viviendas construidas sobre barcos reformados se volvieron parte del paisaje acuático y tradición local. La tendencia fue expandiéndose hacia diferentes modelos con diseños más complejos y elaborados que invitan a nuevas experiencias ¿Será que el futuro está en el agua?
Water Studio, creado por el arquitecto Koen Olthuis en Holanda, es uno de los estudios más reconocidos a nivel mundial por sus imponentes creaciones que plantean un salto de escala y llevan los proyectos flotantes a una nueva dimensión. Actualmente, por ejemplo, entre sus principales proyectos están las islas flotantes en Maldivias: imponentes islas de 1000 metros cuadrados que cuentan con residencias, playa y vegetación natural. En diálogo con La Nación, Koen Olthuis explica que las islas tienen la misma estabilidad que una isla natural, aunque flotan como barcos y están hechas con cascos de hormigón. Además, están diseñadas de manera autosuficiente para crear su propia electricidad gracias a células solares flotantes -una de las formas más sustentables de energía- y cuentan con un sistema de tratamiento de aguas. Olthuis señala las múltiples posibilidades que surgen en el agua, y se atreve a soñar diferentes proyectos, algunos de los cuales ya están en marcha, como una casa de temporada que pueda cambiar su forma según la estación, gracias a que sus partes pueden ser reconfiguradas para volverla más cerrada en invierno, y abierta en verano.
Olthuis plantea que a la hora de diseñar y construir proyectos sobre el agua es importante tener en cuenta la estabilidad, el mantenimiento, la autorización y seguro en la zona, pero sobre todo, capacitar a los contratistas locales para mantener los precios en un nivel que no supere el 10 por ciento o 15 por ciento sobre los desarrollos regulares. En este sentido, la logística puede hacer la diferencia, y señala que lo ideal es construir en un astillero y botar el edificio completo o isla en su destino.
“En todo el mundo las grandes ciudades en las zonas costeras están lidiando con la subida del nivel del mar y la creciente urbanización. Los desarrollos sobre el agua pueden aportar espacio, seguridad, y flexibilidad en estos casos”, dice Olthius, quien confiesa que la Argentina está entre su lista de deseos para futuros desarrollos flotantes: “Buenos Aires tiene las condiciones perfectas para dar un paso sobre el agua. La ciudad puede expandirse más allá de la costa y esta extensión puede aportar funciones flexibles que respondan a necesidades en constante cambio. Entretenimiento, vivienda, oficinas, eventos o parques pueden situarse en el agua y cambiar, reconfigurar y ajustarse a las necesidades dinámicas de la ciudad”, sueña el arquitecto.
Experiencias locales
En la Argentina ya hay emprendimientos que apuntan en esta línea. Madero Walk Eventos, el salón de eventos flotante en Puerto Madero, es uno de ellos. El arquitecto Alejandro Guillochón, gerente de obras de Criba, a cargo de su construcción, cuenta algunos de los pormenores de este proyecto que se construyó en dos etapas: la primera fue la construcción del pontón propiamente dicho -la estructura flotante- en Tigre y la segunda sucedió a flote en su lugar final, el Dique 1 de Puerto Madero, donde se construyó la obra de arquitectura sobre el pontón con diseño arquitectónico del estudio BMA.
Guillochón cuenta que este gran desafío empezó con la búsqueda de un astillero para realizar el pontón. Nadie entendía por qué hacerlo de hormigón y no de chapa naval, y las puertas se iban cerrando. Finalmente surgió la posibilidad de reacondicionar y habilitar la grada de construcción de los viejos astilleros Astarsa en Tigre, donde terminó llevándose a cabo la obra. El trabajo sobre los materiales fue crucial: el arquitecto señala que para el pontón se utilizó una fórmula de hormigón desarrollada con incorporación de aire, para evitar la formación de microfisuras. Además, durante el proceso se tuvo especial cuidado con el curado del hormigón a través de un sistema de riego continuo, y cuidando la acción directa del sol con un sistema de protección de media sombra.
Por otra parte, en emprendimientos relacionados con el ocio y el entretenimiento, las construcciones flotantes pueden aportar una experiencia exótica y diferente. El hotel Sofitel de Cardales también se animó a la construcción de suites flotantes: se trata de tres bungalows que flotan sobre la laguna e invitan al relax y al romanticismo.
Por Gabriela Koolen, Sábado 18 de febrero de 2017
Publicado en el suplemento Propiedades & Countries del diario LA NACION