Están en una zona de Retiro en la que no había oferta gastronómica y se suman a las propuestas de los hoteles y la Recova de Posadas. Ahora hay actividad los fines de semana y también más turistas.
Los cocineros tiemblan ante la amenaza de que la zona reciba el mote de “nuevo polo gastronómico”. Pero en Retiro se instalaron, en los últimos meses, bares y restoranes que renovaron la escena y sumaron variedad a un barrio que, entre tantas oficinas, también tiene un fuerte perfil residencial. Entre Suipacha y Esmeralda, la pronunciada curva de la calle Arroyo permite ver alineados dos edificios con enorme valor patrimonial, construidos por la empresa de los hermanos Bencich, inmigrantes de origen austrohúngaro. Solo en esa cuadra hay cuatro de la decena de obras que firmaron los Bencich. Uno es el actual Hotel Sofitel. Otro el que alberga dos de los restoranes que renovaron la cuadra: Florería Atlántico y Farinelli.
“Mi abuela vivió en esta cuadra toda la vida. Pero cuando vinimos a instalarnos, todo era una incógnita. Aún así le vimos potencial y ahora estamos muy satisfechos”, le contó a Clarín Marina Bissone, dueña de Farinelli. Con una estética neta, de colores blancos y algo de rojo, el local es pura vanguardia. Su homónimo, en Palermo, probó que la cocina Deli y de estilo casera es un éxito. Transformó la esquina, que los sábados y domingos convoca también a muchos turistas. El clásico es el sandwich de milanesa (con rúcula, tomates asados y mostaza de Dijon).
“Sábados y domingos esto queda vacío, el silencio impacta, porque la realidad es que estamos a metros de la 9 de Julio. Es como cualquier otro lugar del Centro, desierto. Muchos vecinos se van a los campos y a sus casas de fin de semana. Y la llegada de estos bares renueva el ánimo. Ahora, los domingos se junta mucha gente en la esquina. Mientras esperan para sentarse, la charla llega hasta mi balcón. Así fue que me enteré que estaban abiertos”, contó Josefina, vecina histórica de la cuadra y propietaria de una galería de arte de la zona, y agregó: “Todavía no me animé a ir, porque me siento vieja para estos lugares modernos”. Como muchos otros vecinos, sigue apostando por los clásicos de la zona, ubicados en otras calles del barrio.
A metros de Farinelli, el bar y restaurante Florería Atlántico le devolvió vida a un local histórico de la noche porteña, Mau Mau. Pero lejos de esa estética disco de los 80, el lugar recuerda a un rincón portuario, con vigas a la vista e ilustraciones de monstruos marinos. Incluso se sirve la comida en vajilla de chapa enlozada, como en los buques de antaño, cargados de inmigrantes que cruzaban el océano para hacerse “la América”. “Para nosotros era importante integrarnos a la dinámica del barrio y que nuestra propuesta le sumara valor al estilo de la cuadra, que es una de las más bellas de la Ciudad. Por eso se nos ocurrió montar una florería en la planta baja, que además nos permite tener activo el local aún durante el día. ¡Jamás hubiera pensado que terminaría administrando una florería!”, cuenta sonriente el sommelier Julián Díaz, también propietario de 878 Bar, en Palermo. Su socio en la aventura es el célebre barman Renato Tato Giovanonni, quien obviamente firma la carta de tragos y es considerado uno de los renovadores de la coctelería argentina. Además de flores, se pueden comprar vinilos, vinos y licores. Y el gin Príncipe de los Apóstoles, de yerba mate con pomelo rosado, eucalipto y peperina, destilado por el propio Giovannoni. Uno de los tragos preferidos es el Cóctel del Atlántico: gin, cinzano dry, agua del océano Atlántico, dash de malta ahumada y copa coctel decorada con piel de naranja. Una larga barra con vista a la cocina permite apreciar una parrilla prusiana de 1940.
Otro que se animó al barrio es Luis Morandi. Tiene el concepto innovador en su ADN. Con Soul Café, en Las Cañitas (junto al Zorrito Von Quintiero), con Sucre, en Palermo, o con Gran Bar Danzón siempre apuesta por lo novedoso. Ahora puso un pie en Retiro. O mejor dicho, dos. En la cuesta de la calle Basavilbaso, entre Juncal y Libertador, inauguró dos locales, uno pegado al otro: Grand Café (que trabaja durante el día, con cocina tipo Deli) y Basa (por la noche, que sirve comida mediterránea). En ambos cocina Julieta Oriolo. “Es una zona lindísima de Buenos Aires. Tiene mucho movimiento de gente que trabaja, pero también un perfil barrial. Sin embargo, está desabastecida de locales. Más allá de los vecinos que nos elijen, hemos logrado movilizar a la gente, que viene hasta Basa”, contó Morandi.
El incipiente interés por la zona choca con la escasa oferta de locales, lo que asegura la preponderancia de las galerías de arte y las exclusivas casas de antigüedades que desde años le imprimen su ritmo al barrio.
“El ‘rincón parisino’ en la Ciudad debería quedar a salvo de la voracidad de algunos empresarios gastronómicos. La idea de “polo” no cuaja con la dinámica de la zona”, augura un reconocido broker inmobiliario. Los ACELGA (Asociación de Cocineros y Empresarios Ligados a la Gastronomía, a la que pertenecen todos los entrevistados en esta nota), felices.
Por Silvia Gómez, 21 de octubre de 2013
para la sección Ciudades del diario CLARIN