Los desarrolladores de otras geografías contratan a los talentos locales: valoran la creatividad, la apertura y la adaptabilidad latina; un recorrido por algunos de los proyectos más reconocidos.
Las obras de los arquitectos argentinos se destacan en los lugares más remotos del mundo. Construyen proyectos en Nicaragua, Uruguay y hasta en China y Mongolía. Los desarrolladores de otras geografías contratan los talentos por tener ciertas aptitudes como la creatividad, la vanguardia en el diseño y en el uso de materiales, la adaptabilidad al entorno y los valores sustentables. A continuación, un recorrido por las obras que bajo el sello de made in argentina se destacan por su espíritu disruptivo.
1 Torre Blanca y Torre Negra
En mayo pasado, un particular edificio levantado por cuatro arquitectos argentinos: Valeria del Puerto, Horacio Sardin, Hugo Grinberg y Graciela Konterllnik, en Ulán Bator, capital de Mongolia, recibió el premio al Mejor Edificio de ese país que otorga el Mongolian City Planning Development Chamber. El proyecto al que llamaron Torre Blanca dio en la tecla con el objetivo del encargo: renovar la arquitectura de la ciudad. “Ulán Bator tiene edificios con una impronta muy soviética, antigua, conviviendo con nuevas construcciones vidriadas que se ven en todas partes del mundo, sin ninguna comunión con el entorno, el clima o el paisaje local. El tema llamaba a una construcción innovadora”, explica Valeria del Puerto, socia de Horacio Sardin y una de las arquitectas que participó del proyecto que quedó plasmado en el libro El material de lo Construido, de descarga gratuita. La torre residencial de 8200 metros cuadrados está terminada. Consta de muros gruesos, de unos 65 centímetros de espesor para resistir el frío que llega a 45 grados bajo cero en invierno y a los 35 grados del verano. A la vez están revestidos con una fachada ventilada con aluminio blanco y las ventanas funcionan como mirador enmarcando el paisaje de montañas. El edificio está intervenido con cajas acristaladas, en las que se desarrolla vegetación autóctona, ubicadas tanto en el hall de entrada como en el primer piso y en el espacio del penthouse. Las cajas funcionan como miradores hacia la ciudad. “En la planta baja armamos espacios de acceso público como un restaurante, un café y una galería de arte en el primer piso. La ciudad tienen pocos espacios públicos, las calles no están pensadas para salir a caminar, para que la gente se apropie de ellas, entonces con este edificio quisimos crear un lazo con la sociedad, un lugar de esparcimiento para la comunidad”, sostiene del Puerto. A este proyecto se suman otros diseñados por el estudio. A unos trescientos metros de distancia de Torre Blanca se encuentra Torre Negra. Un emprendimiento de 16.600 metros cuadrados que aún se encuentra en construcción. Esta edificación alojará oficinas y un banco; dispondrá de una planta baja de jardines públicos abiertos a las calles y un bar literario. Por otra parte, el estudio del Puerto-Sardin avanza en la construcción de una serie de viviendas en la montaña. “En la ciudad hay mucha contaminación por la quema de carbón para calefaccionar las viviendas de la periferia, razón por la que quienes pueden se van a vivir a la montaña donde hay aire más puro”, aclara del Puerto. Se trata de un conjunto de 55 viviendas en la ladera de una montaña próxima a Ulán Bator. El conjunto aterrazado acompaña la fuerte pendiente del terreno de 33 metros de desnivel, acoplándose a la topografía natural. La totalidad de las cubiertas son vegetales, integrando la arquitectura al paisaje de la montaña.
2 Tradición china y contemporaneidad
Otra obra de argentinos premiada en el exterior es la del estudio SMF liderado por Enrique Speroni, Gabriel Martinez y Juan Martín Flores. El proyecto surgió de una convocatoria internacional que generó la Unión Internacional de Arquitectos (UIA) a un Concurso Internacional de ideas llamado Molewa (Mount Lu Estate of World Architecture) para el área de Ruichang, la ciudad ubicada a 300 km. de la ciudad de Shangai en China. El concurso fue realizado en el año 2015 y hoy se trabaja en el master plan de esta nueva urbanización para establecer los parámetro iniciales. La construcción de Ruichang pretende marcar un nuevo modelo de urbanización centrado en la maximización de la felicidad y la sostenibilidad convirtiéndolo en una exposición permanente y una celebración de la arquitectura mundial como atracción turística y un conducto para la innovación arquitectónica. En otras palabras, busca establecer un nuevo paradigma de construcción y planificación sostenible en China.
El emprendimiento convocaba a realizar 20 viviendas de 200 metros cuadrados cada una previstas como viviendas unifamiliares pero en el contexto de un conjunto de viviendas. Cada una de estas unidades además debía contener el espacio para dos automóviles. El concurso solo requería de esas condiciones dejando libres valores como lo que en la Argentina se conoce como FOS o FOT. La propuesta para la parcela 17 agrupa discretamente las casas adosadas dispuestas en torno de patios tradicionales y conectadas, de manera tradicional, por pasajes peatonales. El estudio de arquitectura buscó una continuidad entre tradición y modernidad, una armonía entre cultura y naturaleza, entre campo y ciudad. La obra se llevó el tercer premio del concurso a nivel general y el primer premio en PLOT 17. “El diseño se inspiró en las formas primitivas de las casas chinas pero con una vuelta contemporánea para resolver las demandas de las nuevas formas de vida”, asegura Flores, arquitecto del estudio. Las unidades del proyecto son energéticamente eficientes a partir de una buena orientación, con ganancias térmicas en invierno, control de la radiación solar en verano, ventilación cruzada, iluminación natural, recuperación de agua de lluvia para usos domésticos y cubiertas verdes. Se utilizaron materiales de larga duración y bajo mantenimiento, muros dobles de ladrillos vistos, estructura de hormigón armado y carpinterías de madera. La obra dio prioridad al uso de materiales reciclados y sus pisos se venden entre US$2500 y US$4000 por metro cuadrado.
3 Casa de la selva
El estudio de Speroni, Martinez y Flores también realizó en los suburbios de Managua, capital de en Nicaragua, una vivienda unifamiliar de unos 100 metros cuadrados dentro de un lote de dimensiones amplias. La desarrolló junto con el arquitecto Juan José Seoane y el estudio Sarch Arquitectura de Nicaragua. “La zona es de clima tropical con una flora y fauna exuberantes. La construcción se dispone como un verdadero diafragma espacial entre exterior y interior”, aclara Flores. Un plano horizontal superior enmarca el paisaje generando sombra dentro de la casa, “esto define el espacio, transparente y recorrible para la vida social de la morada. Dos patios se disponen como fragmentos que recortan el interior entre luces y sombras. Este cuerpo único y simple incluye dos áreas privadas, una de descanso y otra de servicio”, cuenta. Hay que tener en cuenta que en Managua, las viviendas son concebidas con espacio para el personal doméstico incorporado a la vivienda. “Fue pensada como un espacio flexible para la vida actual”, asegura Flores. La obra estará terminada para fin de año y el valor por metro cuadrado varía entre US$860 y US$1000.
4 Vida de playa
Planta Arquitectos, el estudio dirigido por Ana Rascovsky e Irene Joselevich, levantó el condo hotel “Casa Grande José Ignacio”, en la entrada de José Ignacio, Uruguay. “Como es un lugar de veraneo, cobra tanta importancia el espacio interior, como el exterior: todos los departamentos poseen enormes terrazas, rodeadas de vegetación”, cuenta Rascovsky. Hay variedad de tipologías dirigidas a distintos target: desde familias numerosas hasta jóvenes solteros o adultos mayores. “Es un edificio de gran tamaño para su entorno, por eso cuidamos que sea un volumen que se desarma, se escalona y se camufla con el paisaje”, añade. La idea es que el edificio agregue valor al entorno. Los departamentos están dispuestos de forma de tener ventilación natural cruzada para el ahorro de energía frente al calor del verano. Se incorporarán paneles solares para el calentamiento del agua caliente. Las terrazas del edificio y de los locales del condo hotel son verdes favoreciendo la reducción de la temperatura interior. Todo el paisajismo se hizo en base a especies autóctonas y nativas y de muy bajo nivel de mantenimiento. Cada departamento fue diseñado como si fuese una casa, teniendo en cuenta las necesidades cotidianas de las vacaciones. ” Se generaron espacios desde donde poder quitarse la arena en los pies antes de entrar y tener donde dejar la toalla mojada hasta donde guardar los artefactos de playa. También diseñamos lugares frescos naturalmente y nos ocupamos de proteger el espacio exterior del viento del mar con un diseño que logre que el rayo de sol no penetre dentro del departamento”, cuenta la arquitecta. Aclara que “el lujo no gira alrededor del material, sino del espacio”. El proyecto, en donde el valor del metro cuadrado se aproxima a los US$4000 estará totalmente terminado en 2020, aunque se prevé terminar los locales sobre la ruta durante este verano.