Los millennials no sólo cambiaron los códigos del mundo del trabajo, eligen vivir en emprendimientos distintos con áreas comunes para socializar.
Los millennials no sólo cambiaron los códigos de los ambientes laborales, su forma de vida también cambia el perfil de los desarrollos en los que sueñan vivir. Quieren emprendimientos diferentes. Así surge la cultura del coliving. Un concepto simple pero que apunta a revolucionar el mercado de los ladrillos.
En el tercer milenio, la gente busca encontrarse, superar el aislamiento que genera la tecnología, especialmente en los segmentos de jóvenes y profesionales. Así, surgen nuevos espacios que favorecen la interacción, la formación de grupos no solo para trabajar sino también para compartir experiencias sociales de todo tipo. Son emprendimientos pensados para propiciar la formación de verdaderas “comunidades” de residentes que interactúan en diversos ámbitos: combinan la intimidad de la vida privada y las áreas comunes en las que se puede interactuar con otros.
El coliving ofrece una experiencia de vida sin complicaciones. Desarrollos que cuentan con una administración central, una conserjería, encargada las 24 horas de que todo funcione y esté bien mantenido, así como del pago de las cuentas de los diferentes servicios. Quien vive en un edificio de este tipo abona cierta suma mensual fija que incluye todos los servicios y gastos, inclusive la limpieza de su casa, no se preocupa por pagos extra y tiene previsión sobre su presupuesto.
En los emprendimientos planteados para este segmento, los espacios comunes no contemplan solo el microcine, la piscina o el gimnasio. La clave pasa por crear otros ámbitos de encuentro valorados como por ejemplo una gran cocina súper equipada y comedores cool que invitan también a encontrarse para compartir alguna comida. “También se generan salas de lavandería, bibliotecas, cavas y terrazas al aire libre. El atractivo de los espacios comunes es que propician una interrelación significativa que trasciende el mero saludo al vecino al cruzarlo, que invita a compartir la vida con el otro”, define Mora .
Las investigaciones sustentan por qué los millennials son un “blanco” clave para los desarrolladores. Según datos de Gallup, el 64 por ciento de los jóvenes no se encuentra en relación de pareja. Las tasas de matrimonio disminuyeron hasta un 10 por ciento en la década pasada -mientras estas disminuyen, las parejas sin formalizar aumentaron del 7 por ciento al 13 por ciento-. En línea con esa tendencia, los jóvenes solteros han crecido drásticamente el nivel de convivencia con “compañeros de cuarto”. Un fenómeno que da la pauta del avance de un estilo de vida diferente : colaborativo y comunitario. “La forma de estudiar, trabajar, viajar y vivir está cambiando drásticamente. Para el 2020 se espera que el 40 por ciento del trabajo sea freelance y remoto. La revolución tecnológica y el social networks está cambiando el mundo en forma exponencial”, relata Mora quien en 2017 planea la inauguración de las tres obras que construye, Además asegura que este año se lanzarán dos más. Mira barrios como Palermo, Recoleta y Núñez.
A las nuevas formas de vida se suma el efecto que genera el incremento de precios en las propiedades y los costos de vida que impactan en los principales centros urbanos. Una realidad que dificulta la posibilidad que tienen los jóvenes de acceder a una vivienda propia. De hecho Pieter Levels, el fundador de la web Nomad List, estima en su análisis sobre el futuro del nomadismo digital que en el 2035, el mundo contará con más de 1000 millones de nómadas. En definitiva, ninguna industria está librada al azar y en la era de la disrupción, los ladrillos también se enfrentan al desafío de adaptarse a nuevas formas de vida. Desde autos compartidos, hasta llenar el espacio extra en su valija transportando artículos para otros; el mundo ha comenzado a aprovechar el espacio excedente a través del aumento de la economía compartida. La industria de la vivienda no es una excepción. A crear, entonces.
Por Carla Quiroga, Sábado 25 de marzo de 2017
Publicado en el suplemento Propiedades & Countries del diario LA NACION