A través de murales, esculturas y espacios decorados por artistas, las propuestas buscan crear climas y potenciar los sentidos de los comensales; cuáles son las tendencias; los casos.
En un mundo en el que los estímulos se multiplican, las tendencias inclinan a los usuarios a demandar experiencias con un plus diferente. Además de propuestas de sabores y aromas originales, hoy los locales gastronómicos encuentran en el arte y la arquitectura grandes aliados para potenciar los sentidos.
En Palermo, la pizzería Hell’s apunta a transportar al estilo de las calles neoyorquinas. Su novedoso concepto de pizza por “slice”, en sabrosas porciones acompañadas con cervezas artesanales y sidra tirada, se complementa con un entorno cuidado al detalle. La ambientación de su local de la calle Humboldt al 1654 recrea una atmósfera callejera: llamativos graffitis, luces de neón, pisos de cemento alisado, paredes de ladrillo a la vista y cielo raso de hormigón de donde cuelgan lámparas de estilo industrial son algunos de los protagonistas.
Las expresiones de street art hacen la diferencia en un espacio donde conviven la mascota del local -“Miss Hell´s Pizza Pepperoni XL”-, una escultura con forma de pizza de pepperoni con piernas -una genialidad creada por la artista Camila Valdez-, y paredes de coloridos dibujos y graffitis del reconocido artista plástico Augusto Turallas, más conocido por su seudónimo, Falopapas.
Leandro Gallo, del estudio AD+ Arquitectos – a cargo del diseño del local- detalla que trabajó con la identidad del Soho neoyorquino, pero también con un anclaje en Buenos Aires. “En general, en un lugar de pizzas se piensa la barra como lugar central y se la suele sobrecargar. Lo mismo sucede con la marquesina. Nosotros trabajamos de manera más neutra estos espacios y buscamos correr el foco. La idea fue abrir el panorama y generar otros climas. Para esto, los murales y el arte urbano son indispensables a la hora de descentrar y permitir un recorrido visual más amplio. Se trató de llevar la ciudad con su arte callejero adentro del local”, explica la estrategia. El resultado es una sucesión de microclimas muy interesante.
También en Palermo -en la esquina de Gorriti y Lavalleja- la imponente fachada de Desarmadero deja en claro que el arte es bienvenido. El emprendimiento creado por Carolina Ochoa junto a sus socios Diego Ibargaray y Eduardo Pérez conquista con un menú que incluye una selección de cervezas artesanales y sabores de tapas calientes, sándwiches y papas.
La obra-puerta, creada por el artista plástico y muralista Alfredo Segatori marca la identidad del espacio: el rostro de un viejo, “El Viejo del Desarmadero Trash”, ya se convirtió en un sello del local. Se trata de una escultura realizada con recortes de metales reciclados que capta una expresión perfecta e invita a ir por más. “Se puede hacer arte con cualquier cosa. Trabajar con materiales reciclados está bueno, porque además es divertido restringirse en los soportes”, confiesa el artista, quien trabaja con durmientes en desuso, plásticos y otros materiales que abren su imaginación.
Además de la llamativa escultura-puerta, Alfredo Segatori estuvo a cargo del arte y ambientación del local junto a la artista Paula Pons, quien diseñó un mobiliario que incluye mesas de madera altas y bajas que emulan el espíritu de las mesas de obra y banquetas y sillas tolix, además de una gran puerta ventana con vidrios repartidos en colores que brinda un juego de tonalidades. Los murales y dibujos de Segatori, como la cara del viejo, que se replica en el interior, acompañan el recorrido hasta la terraza, donde esperan un llamativo jardín vertical y una canchera Van Volkswagen antigua que hace las veces de beer truck.
Para Shanti Aboitiz, la tradición familiar y la historia de sus padres, abuelos y tatarabuelos se convirtió en inspiración ineludible a la hora de crear Lekeitio -nombrado así en honor al pueblo natal de su tatarabuelo-. Los sabores de los platos que se ofrecen en el local de Chacarita -en Santos Dumont al 4000- son una reversión de la cocina vasca con influencia filipina -que también forma parte de sus orígenes- adaptada a los productos locales con ingredientes principalmente de mar, pescados y mariscos, pero también carnes y opciones vegetarianas.
El marco para esas delicias fue cuidadosamente elaborado. La arquitecta Cynthia Ataefe trabajó junto a Aboitiz en un diseño que apuntó a tomar la funcionalidad de los tradicionales bodegones y bares de pinchos vascos, con una atractiva barra, y le aportó elementos modernos en madera, cemento y hierro forjado. Las fotos y recuerdos familiares colgados en las paredes aportaron calidez al espacio, y enseguida se sumaron cuadros y murales que hoy configuran un paisaje perfecto.
Shanti confiesa que desde la adolescencia, su hobby es pintar. A la hora de darle vida a Lekeitio, se preguntó si sus dos amores -la cocina y el arte- podían combinarse. Tímidamente comenzó colgando obras de su colección personal de artistas como Nicolás Guardiola y Alico Roviralta, regalos de amigos y artistas allegados que llegaban a sus manos, y poco a poco se fueron sumando cuadros pintados por él y otros miembros del equipo del local. “La presencia del arte se dio de manera orgánica. Tiene que ver con el amor y el compromiso que le ponemos al lugar y es algo que la gente disfruta, porque suma al recorrido y el entorno”, cuenta. De esa pasión nació también el mural que se animó a pintar junto con Mike Daly, camarero y artista plástico de Lekeitio, para llenar de color el patio, en el que se luce junto al verde de las plantas.
Otro modo de rendir homenaje a la tradición familiar es el que eligió Lucas Villalba, al frente de Moshu, el local recientemente inaugurado en el barrio de Saavedra, en Moldes y García del Río. Con una estética rústico-industrial, esta cafetería y pastelería conquista con delicias dulces y saladas. Los bohemios y amantes del arte disfrutan especialmente los detalles de la decoración: sillas Thonet original y antiguos mesones de pinotea se mezclan con muebles y objetos heredados de su padre, Santos Atilio Villalba, quien restauró muebles antiguos por más de 40 años, entre los que destacan, por ejemplo, una mesa carpintera de época. Detalles artie, para una propuesta única.
El boom de las cervecerías
Cada vez más en boga, las cervecerías artesanales definen una identidad propia, y el arte urbano es parte fundamental. Martín Gianella, uno de los socios creadores de El Galpón de Tacuara, con locales en Palermo y San Fernando, y en pleno proceso de expansión, cuenta que el arte llegó de manera natural cuando uno de sus clientes habituales del local de San Fernando, el artista Gerónimo Gregorini -más conocido como Tekaz- les propuso expresarse en sus paredes.
La unión fue tan potente que luego se replicó en el local de Palermo, situado en Malabia 1574. “Para nosotros, la cerveza artesanal, a diferencia de la industrial, tiene algo creativo, original, que cuenta una historia a través de una fusión de sabores. Le dijimos a Tekaz que queríamos expresar ese proceso creativo de la cerveza, y surgieron murales muy interesantes”, cuenta Gianella y destaca la importancia de que el arte no quede solamente encerrado en los museos y salga a las calles. El nuevo boom de las cervecerías, afirma, puede ser una buena plataforma de fomento a los artistas locales. Desde El Galpón, también apostaron fuerte al arte en el diseño de sus latas de cerveza, en las que destacan los dibujos.
En la cervecería Growlers se toman muy en serio el maridaje entre cervezas y arte. Los socios de esta marca, que recientemente sumó a su local de Palermo uno nuevo en Caballito, son todos apasionados sommeliers cerveceros. Con la misma dedicación que seleccionan variedades de cerveza y maridajes en su menú, encontraron un estilo propio para cada local.
En Palermo, la esquina que se abre a la vereda como un enorme patio ya es un clásico del barrio. Su nuevo local en Caballito -sobre la calle Doblas al 857- es mucho más amplio que el primero. Suma variedades de cerveza y juega con diferentes ambientaciones en las que el arte es una constante. Desde la entrada, un alegre mural recibe a los visitantes. Abajo, el local cuenta con decks para sentarse en un plan callejero y distendido sin salir del local. En el primer piso, las mesas de madera de diferentes tamaños -para una cita de a dos, o comunitarias- generan un clima de relax.
El patio trasero, la gran estrella del espacio, invita a disfrutar en medio de guirnaldas de luces, plantas frondosas y dibujos coloridos que parecen multiplicar la naturaleza y su vitalidad. “Nos parecía interesante que el arte se metiera en la propuesta porque genera un descanso y un placer visual. Está presente en la escalera, en el patio y en diferentes espacios, y cada expresión tiene su estilo propio. Nosotros no buscábamos que los dibujos hablaran de cerveza, sino que cada uno encontrara su propia identidad”, cuenta Diego Argañaraz, uno de los socios del emprendimiento.
El arte puede servir también para abrir el juego y generar climas diversos. Así lo entienden, por ejemplo, en la cervecería Buller -en Junín y Vicente López- parada casi obligada para los amantes de esta bebida en el horario after office del barrio de Recoleta. Con un local amplio, Adrián Merino, uno de los socios, señala que se crearon estilos ligeramente diferenciados: la planta baja cuenta con una ambientación clásica cervecera, mientras que el segundo piso y la terraza proponen un clima más descontracturado. El arte, afirma, aporta mucho a esa transición.
Los socios de Buller comenzaron por incluir graffitis en la escalera, y convocaron a diferentes artistas callejeros para que aporten sus colores y diseños. El proceso fue tan enriquecedor, que decidieron sumar más color y arte en otros espacios como el patio, en los que se puede ver el mural de Big Poppa del artista Gerdi Harapos, o los colores de Panco Sassano. “El arte urbano invita a compartir y multiplicar. Mucha gente que viene saca fotos y las comparte en redes, generando una apertura. Es algo que convoca mucho desde lo estético”, sostiene Merino, contento con la decisión.
Las hamburgueserías
La hamburguesería Deltoro -con tres locales en el centro- también apuesta al arte. Su tercer local, recientemente inaugurado en San Telmo, en el histórico Palacio Raggio, en Bolívar y Moreno, mantiene el característico estilo industrial de la marca que se evidencia en el predominio de ladrillos, cañerías y vigas expuestas, elementos en madera y colores gris, negro y rojo. El arte dice presente de la mano de coloridos graffitis a cargo de “Falopapas”, que se suman a un enorme mural del toro icónico de la marca.
Pedro Bello Arias, uno de los socios del proyecto, cuenta que para el diseño trabajaron, como en los locales anteriores, junto al estudio Bongo, y como en cada apertura, tuvieron en cuenta las tendencias de diseño a nivel mundial. “El arte urbano aportó mucho color y estilo, generando un contraste entre lo rústico del espacio, que pertenece al emblemático Palacio Raggio, con sus columnas imponentes y su techo de bovedilla, y las nuevas tendencias”, explica Bello Arias.
Por Gabriela Koolen, Lunes 2 de abril de 2018
Publicado en el suplemento Inmuebles comerciales e industriales del diario LA NACION