Barrio fantasma: Según el censo, hoy la población es de 4.720 personas cuando hay capacidad para 16.800. La mayoría de los departamentos tienen dueño, pero son de uso temporario o pertenecen a inversores extranjeros.
Ostenta las torres más altas de Buenos Aires, pero son pocos los que eligen vivir allí. Tiene un estricto sistema de vigilancia, con más de 20 cámaras, y fama de ser el barrio más seguro de la Ciudad, pero no a muchos a quien cuidar. Y en enero, regala un sol que arde. Pero en Puerto Madero no molesta a nadie. O a casi nadie: según datos del Censo 2010, hoy la ocupación llega a apenas el 28%. Si Puerto Madero fuera como Palermo, que cambia de nombre según las modas, seguramente ahora se llamaría Puerto Fantasma.
Según la Dirección General de Estadística y Censos, que depende del Gobierno porteño, el último censo nacional registró apenas 4.720 habitantes en el barrio más nuevo de la Ciudad. En rigor, 2.485 mujeres y 2.235 varones. El número contrasta fuerte con las propias estadísticas de la Corporación Puerto Madero (la sociedad anónima que se encarga de su desarrollo) y sus previsiones sobre población: es que según este organismo, Puerto Madero iba a llegar a 2011 con más de 16.800 habitantes. Pero los datos relevados por el censo de octubre pasado ahora demuestran que la población es menor a un tercio de lo esperado.
Desde el Gobierno porteño y las inmobiliarias de la zona coinciden que la falta de vecinos no se debe a la sobredemanda de viviendas, sino a que muchas tienen propietarios pero están deshabitadas. “En Puerto Madero se observa un crecimiento de la cantidad de viviendas superior al crecimiento de la población”, asegura José Maria Donati, director General de Estadística y Censos de la Ciudad, pero aclara que “es un fenómeno que puede explicarse por diversos motivos”, pero sobre todo porque “muchas viviendas están desocupadas, o son propiedad de inversores extranjeros que les dan un uso de vivienda temporal”.
Desde las inmobiliarias que trabajan en el barrio también opinan que aunque se venden casi todas las propiedades, no todas tienen gente que las habite. Y lo sostienen con argumentos similares: “Entre nuestros clientes hay propietarios que tienen estos departamentos como ‘Ped a terre’, es decir que tienen sus residencias permanentes en el interior y en otros países y utilizan estas propiedades cuando vienen a Buenos Aires”, señala Analía Grecco, de la inmobiliaria L. J. Ramos.
El dato resulta llamativo para una franja urbana que nació en 1989, tras un acuerdo con el entonces presidente Carlos Menem y el intendente Carlos Grosso, y que desde entonces crece planificada hasta el detalle, sin riesgos ni improvisaciones, con edificación récord, su propia docena de rascacielos, hoteles de lujo y restoranes exclusivos. Pero tanta planificación –incluso la seguridad con tasa cero de delito y el cuidado esmerado y prolijo de sus calles y plazas– no alcanzó para tentar demasiado a los porteños que buscaban un barrio donde vivir, sobre todos a aquellos que necesitaban servicios que Madero aún no tiene, como escuelas, hospitales, hipermercados o centros comerciales.
“En Puerto Madero vive gente que le ha ido muy bien en los últimos tiempos y que ve al barrio como un lugar seguro, es gente muy próspera. En cambio, no se ven familias con hijos chicos porque acá no hay departamentos enormes para ellos y además no entran colectivos y no hay colegio”, explica Federico Andreotti, de Tizado Propiedades, otra de las grandes inmobiliarias que trabajan en la zona.
Consultados sobre la falta de servicios, desde la Corporación explicaron que se cedió un terreno al Arzobispado de Buenos Aires, que ya está a cargo de la única parroquia del barrio, para que construya un complejo educativo en Julieta Lanteri y Rosario Vera Peñaloza, en el Dique 2. Según pudo ver Clarín, el terreno ya tiene un cartel que anuncia la obra.
Por ahora, y pese a las cifras del censo, las obras siguen en marcha. Al recién terminado Mulieris, pronto se le sumarán el complejo Los Molinos, la torre Renoir, las viviendas Zen City y las oficinas de Madero Harbour. Más adelante, también se terminarán un centro comercial con supermercado en el dique 1 y un shopping en el dique 3, y el nuevo hotel Alvear Palace, al lado de Le Parc. Mucha obra, y, al parecer, poca gente.
Romina Smith, 15 de enero de 2011
Publicado por Clarín.