La demanda exige nuevos diseños y materiales, además de obras que incorporen los cambios que plantea la sustentabilidad; en las ciudades, los profesionales buscan resolver un paisaje urbano fragmentado.
La comprensión acerca de los problemas del presente y la capacidad de resolver y proyectar creativamente mirando hacia el futuro son algunos de los desafíos de la arquitectura. Por eso, los profesionales de todo el mundo siguen de cerca las tendencias y problemáticas que se dan en este ámbito. “Hay muchos puntos que tenemos en común todas las ciudades latinoamericanas. Y los arquitectos de alguna manera tenemos que tomar conciencia de ellos a la hora de producir nuestras obras: no perderlos de vista, ni sacarlos del foco”, explica Rodrigo Grassi, socio de Aisenson. El especialista agrega que en el estudio de arquitectura en el que trabaja se está desarrollando una serie de proyectos que atienden al tema del paisaje urbano fragmentado como una cuestión central. Por lo general hacemos una lectura y vemos qué es lo que la ciudad o la porción de ciudad sobre la cual estamos trabajando necesita que sea reparado, y en base a eso construimos un concepto proyectual. “Esto es algo necesario, no sé si a nivel global, pero sí en Latinoamérica”, agrega. De hecho el estudio organiza, desde hace años, un espacio de reflexión a los que denominaron “Propuesta decente”. Se trata de una serie de encuentros sobre problemáticas en común, y cómo hacer frente a los conflictos que se presentan en las grandes metrópolis. Este año, su temática fue “Arquitectura y ciudad en el Litoral Atlántico” y en el segundo encuentro se analizó la fragmentación del paisaje urbano y la de la ciudad con su medio natural.
Grassi menciona la tendencia creciente a desarrollar edificios de usos mixtos, que se está empezando a trasladar a otras ciudades del interior para proyectos grandes. Un caso emblemático en el que trabaja el estudio de arquitectura es Concepción. El proyecto de US$130 millones que ocupa una manzana entera en el límite de Colegiales y Palermo, y que apunta a convertirse en un edificio emblemático en la ciudad de Buenos Aires con un basamento comercial, con niveles de oficinas y otros usos, un gran espacio central de altísimo valor paisajístico y una torre de viviendas. En el piso de transición entre el basamento y la torre de viviendas, cuenta, se dan una serie de usos comunes, como un parque elevado y un sendero aeróbico que articulan ambos paquetes programáticos.
A la hora de analizar un proyecto en sí mismo, los nuevos diseños y materiales juegan un rol fundamental y las ideas surgen en diferentes puntos del globo. Entre los proyectos más originales figuran los de Waterstudio, en Holanda, que trabaja con diseños de arquitectura flotante, expandiendo los límites de lo posible. Koen Olthuis, titular de este estudio, señala que el futuro está signado por una arquitectura que está cambiando de “proyecto” a “producto”. Su premisa se basa en que, a medida que las ciudades crecen, se genera cada vez más una necesidad de espacio. En este sentido, sostiene que se puede ver una tendencia a combinar la arquitectura y el diseño industrial para crear funciones flexibles que puedan responder a las necesidades constantemente cambiantes de una ciudad. Para el arquitecto holandés, esto resulta en una demanda de componentes urbanos que puedan proveer funciones flotantes como casas, parques, centros deportivos y recreativos. Olthius ya trabaja en proyectos de residencias flotantes en las que las diversas funciones y ambientes se construyen y moldean en la base flotante y pueden surgir hacia la superficie de acuerdo a las necesidades de quienes habitan el espacio. “Del mismo modo en el que los smartphones son cargados con las aplicaciones que uno elige, ahora podemos cargar una ciudad con funciones flotantes para crear una mejor habitabilidad. Por ejemplo, una torre flotante que aparezca con residencias estudiantiles accesibles, que pueda ser situada en cualquier locación, en una ciudad sobre el agua. Un inmueble de este tipo puede estar por algunos años en un lugar, y luego ser movida y reutilizada en otro sitio cuando las necesidades locales cambien”, relata Olthius.
En diálogo con la nación, desde el estudio 300.000 Km/s, en España, los arquitectos Mar Santamaría Varas y Pablo Martínez Díez aportan su perspectiva relacionada con las tendencias urbanísticas. Señalan que hoy ya es un hecho que la población mundial crece en las ciudades y que estas se están densificando a gran velocidad. En el futuro, dicen, las metrólolis y sus arquitecturas serán sostenibles y digitales, o simplemente no serán. “Si este ha sido el siglo del auge de las ciudades el próximo será el siglo del declive. No porque estas vayan a desaparecer sino porque por primera vez veremos que algunas sí lo harán. Un ejemplo es Venecia, que hoy pierde población al mismo ritmo que lo hizo durante la peste de 1630 a causa de la turistificación de la ciudad. Otro caso es Detroit donde después de un enorme auge económico a causa de la industria del automóvil, ha experimentado un decrecimiento que ha dejado la ciudad llena de edificios abandonados y solares vacíos, generando nuevos escenarios de planeamiento urbano hasta ahora inexplorados”, afirma Martínez Díez, socio del estudio, para quien la competencia entre las ciudades, su especialización económica competitiva, las puede convertir en vulnerables y llevarlas a la desaparición.
La automatización del trabajo, asociada al crecimiento de la robótica y la inteligencia artificial, el trabajo a distancia, asociado al desarrollo de cada vez más potentes redes de telecomunicaciones o la aparición de la micrologística, clave en el e-commerce y asociada a la aparición de drones y desaparición del automóvil serán configuradores de este futuro, según el arquitecto. Entre las tendencias que vislumbran en el estudio español, señalan que las plantas bajas dejarán de estar densamente ocupadas por comercios o aparcamientos para estar ocupadas por actividades productivas. “La pujante industria ruidosa y pesada que en otro momento se situó en las periferias de las ciudades, ahora convertida en economía del conocimiento se emplazará en el interior de las ciudades compitiendo por el suelo, alterando las mixturas que han caracterizado los modelos urbanos exitosos. La arquitectura estará despojadas del rigor que requieren las exigencias funcionales. En un mundo donde el acceso a la información, el trabajo o los encuentros personales no están condicionados por la proximidad y presencia espacial las arquitecturas serán colaborativas, ocasionales, efímeras y simbólicas.
Probablemente en el futuro miremos la Instant City de Archigram como una visión lógica y consecuente en vez de una estrambótica dilucidación futurista. Por primera vez no resolveremos los problemas de la ciudad del presente construyendo en los bordes de las urbes. La ciudad del presente será el escenario para la ciudad del futuro y ello nos obligará a habitar lo existente, a gestionar lo ya construido”, afirma Mar Santamaría, también sociadel estudio. Para abordar estas transformaciones, será clave la capacidad de comprender con gran precisión el funcionamiento de la ciudad presente, y el big data y la inteligencia artificial serán de gran ayuda, según la visión de los arquitectos de este estudio. “La capacidad de la sociedad de utilizar la tecnología como una herramienta para el empoderamiento colectivo y la organización social en vez de utilizarla como herramienta para satisfacer las necesidades individuales es lo que nos llevará a ciudades más democráticas, justas, habitables y prósperas. De lo contrario, el egoísmo que encierra muchas de las nuevas soluciones tecnológicas nos llevarán a una noción de ciudadanía entendida como usuaria, consumidora y cliente de servicios prestados por las ciudades”, concluyen los socios.
Tema de agenda
La sustentabilidad es otro de los temas centrales de la agenda. Grassi de Aisenson habla de la necesidad de repensar los sistemas constructivos teniendo en cuenta la sustentabilidad. “Estamos hablando hace mucho tiempo de estas cuestiones, pero creo que los estudios no lo tenemos incorporado como un problema real, menos en la Argentina, donde los sistemas productivos y de construcción no se han renovado en muchos años y siguen generando el mismo impacto ambiental de siempre. Me parece que es necesario incorporar al mercado sistemas de construcción en seco, que permitan una ejecución más rápida y alivianen los procesos constructivos de las obras”, dice, al tiempo que sostiene que hoy estos sistemas, en otros lugares del mundo, se han perfeccionado mucho. El arquitecto argentino Andrés Remy, del estudio de arquitectura que lleva su apellido coincide y cuenta que hoy se busca lograr obras hechas a medida, funcionales, modernas, de bajo mantenimiento, y eficientes en cuanto al consumo energético. “Cada vez son más los clientes que optan por incorporar a sus casas el uso de paneles y colectores solares, dado que se empezó a tomar más conciencia del consumo eléctrico que tienen las viviendas, y cómo esto repercute en el gasto mensual. Si bien estos sistemas requieren un gasto inicial más grande, vale la pena ya que luego se amortiza con el ahorro que se ve reflejado en el tiempo”, relata el profesional.
El auge del interiorismo en las obras es otra tendencia fundamental para el arquitecto, quien destaca el valor agregado que radica en los detalles. Si de materiales se trata, la tendencia es volver a los materiales nobles, sin tanto mantenimiento y en estado más natural, sin lacas o acabados, como, por ejemplo, el uso de la piedra en sus diferentes terminaciones, la madera natural y el hierro. “Estamos revistiendo las fachadas con materiales que no requieren mantenimiento y a la vez son modernos, como marmetas de travertino, piedra jura, y hormigón visto. También predomina el uso de materiales propios del lugar”, relata y agrega que trabaja diseñando desde lo más macro hasta lo micro: la arquitectura, el interiorismo, el paisajismo y hasta los muebles. Consideramos que una obra acabada es aquella en la cual todo está pensado, hasta el último detalle. Son hechas a medidas del usuario y del terreno, por eso cada proyecto que hacemos es única e irrepetible”, concluye.
Las ventajasde la sustentabilidad arrancan en lo práctico y cotidiano. Son viviendas en las que, por ejemplo si se corta la luz, cuenta con ocho horas de energía -que incluyen a la heladera, la bomba, conexión a Internet y las luces en funcionamiento- ya que las baterías adosadas a los paneles pueden mantener el sistema activo por ese período. Otra ventaja: si hay algún problema con el gas, el termotanque solar mantiene el agua a temperatura aceptable. “El ahorro se ve reflejado en la boleta de luz y en la carga de gas. La diferencia es estimulante. Sentimos que algo estamos aportando al planeta, mínimo quizás, pero no inútil. Sumamos una gota de pureza y no una más de contaminación”, cuenta en primera persona, Martín Bianchedi, propietario de una casa sustentable ubicada en el emprendimiento Puertos que se animó al cambio.