Por qué la industria advierte nuevas reglas de juego; la indexación, la irrupción del comprador final y los proyectos para la clase media. aa
Desde hace 15 años los desarrolladores arman proyectos para vender sin crédito, invirtiendo parte del tiempo en cómo mover la demanda en un país que paradójicamente tiene un déficit habitacional de 3,5 millones de viviendas. Se generaron fideicomisos al costo, un modelo en el que el riesgo se atomizaba entre varios inversores que pagaban las unidades durante la obra. “Se ajustaba por el índice de la Cámara Argentina de la Construcción (CAC) y si se excedían los costos se agregaban cuotas adicionales. No había inversión de riesgo”, grafica una fuente del mercado.
Otra forma que encontraron para incentivar la demanda fue la financiación modular en proyectos más de cinco años que se planeaban por etapas en los que los compradores comenzaban pagando cuotas bajas hasta la posesión en la que aumentan considerando que la persona deja de pagar un alquiler. “Fue una forma de acercarnos a la demanda”, explica Alejandro Belio, director de Operaciones de Tglt, la desarrolladora que creo la marca Metra para el segmento medio al que le vende en cuotas. De hecho, aún tiene oferta en el proyecto Metra Puerto Norte ubicado en Rosario con la posibilidad de adquirir una unidad con financiamiento hasta el 2023.
Con la irrupción del crédito hipotecario cambia la foto del mercado. “Se modifica la lógica del negocio del desarrollador y hasta de los propios alquileres que eran un mal necesario para quien no podía comprar. Habrá mayor stock de unidades en el suburbano”, anticipa Gustavo Ortolá a cargo de la dirección comercial de Distrito Las Artes, un desarrollo de US$ 1000 millones de inversión que la Corporación América construye en Córdoba. De esta forma, se anticipan los primeros cambios que prometen cambiar las reglas del sector.
Hay menos obras en marcha, con una caída que llevará a este sector a un inevitable amesetamiento.
La situación económica atraviesa un complicado presente y el mercado de la construcción no escapa a esta realidad. Pero a pesar de estas circunstancias, el sector continúa -según los analistas consultados- con un razonable nivel de actividad. Graciela del Villar, directora de DI Construcciones, firma perteneciente al Grupo Monarca que nació en 2009 y que cuenta con más de 120.000 m2 construidos, explicó que este rubro es una suerte de termómetro de la economía nacional. “La industria de la construcción es una de las primeras que repercute en el contexto económico del país. Y si bien hoy sigue con ritmo, no tiene el mismo impulso de los últimos años. Seguimos activos y en marcha, aunque con tendencia a ingresar en una meseta”, dijo Villar.
Para la arquitecta Graciana Calcavecchia, gerente comercial de Criba, “el costo de la construcción depende de la calidad y el alcance de las prestaciones. Los materiales de la construcción se venden en pesos y el valor del dólar sólo incide en los insumos importados, que cada vez están más restringidos. El índice de la CAC refleja un acumulado para 2014 del 28,1%. Es coherente con la realidad del mercado. Criba tuvo un repunte a fines de 2013 que nos permitió tomar obras nuevas para los próximos 2 años. De todas maneras no hay grandes proyectos en marcha. La construcción está distorsionada por la inflación, la falta de insumos importados y la lucha sindical, pero somos imaginativos a la hora de decidir y nuestras obras avanzan bien. Compramos materiales en la medida de las necesidades de nuestras obras. En general son de buena calidad, pero hay varios insumos importados que no tienen equivalente nacional. Hay problemas con los fenólicos plastificados, ascensores de alta gama, equipos termomecánicos selladores y algunas terminaciones especiales para obras que requieren altos estándares de terminación o que cumplen con certificación LEED. Los tiempos de entrega son más dilatados de lo habitual, pero Criba trabaja con cronogramas de compras anticipadas y alertas tempranas, de manera de no entorpecer el avance de las obras. Actualmente los materiales representan el 40% del costo. El resto es mano de obra, equipamiento y servicios”.
Por su parte, Jorge Hernández, miembro del Grupo Construya, que reúne a once empresas líderes de la construcción, amplía el concepto: “Si comparamos con los niveles récord que registró el sector durante 2013, en los últimos tiempos se observa un ligero descenso de la construcción, lo que nos ubica en una alta meseta. Pero para Villar, “los m2 comprometidos por los desarrolladores siguen avanzando; lo que vemos como tendencia en el último trimestre es mayor cautela para realizar nuevos lanzamientos”.
La venta de materiales parece no haber sufrido grandes variaciones y muchas son las explicaciones para este fenómeno. Villar agrega: “Hasta hace un tiempo, los nuevos proyectos eran los que más movían al sector; hoy experimenta un repunte todo lo que se asocia con las reformas. Además, las obras en marcha siguen su curso y eso conlleva a una demanda de esos insumos. En síntesis, siempre se venden materiales para la construcción. El cambio más significativo en la venta de materiales está relacionado con la mayor dificultad a la hora de concretar acopios, teniendo en cuenta el contexto inflacionario”. Seguí leyendo “Construcción – Menor actividad en la industria”