Las “nuevas familias” buscan casas distintas

Hogares ensamblados, parejas que conviven los fines de semana y divorciados con hijos part time: surgen nuevas formas de vincularse y las tipologías de los departamentos se adaptan a la vida moderna.

LA CASA DE CHACARITA. Cada espacio tiene su propio estilo, materialidad y función. Foto: Victoria Gesualdi / AFV

Las nuevas maneras de convivir plantean desafíos a la arquitectura. Flexibilidad y diseños creativos son algunas de las claves para responder a una sociedad que cambia sus modos de vincularse. Los nuevas familias y los vínculos abren paso a nuevas arquitecturas. Familias ensambladas, parejas de convivencia part-time y hombres y mujeres que transforman sus departamentos de solteros en nido familiar según el día de la semana son algunas de las opciones. Mariela Mocilusky, directora de la consultora Trendsity -dedicada a investigaciones de mercado y especializada en nuevas tendencias- señala que hoy existe un mayor cuestionamiento a los estereotipos y a ciertas instituciones, incluyendo el modelo tradicional de familia. Al mismo tiempo, afirma, se manifiesta una mayor necesidad de definir y afirmar la propia identidad, de diferenciarse y construirse constantemente.

“El “deber ser de la familia tipo” -madre y padre unidos hasta que la muerte los separe, dos hijos reunidos alrededor de la mesa frente al plato de comida hecho necesariamente por mamá- no siempre condice con una sociedad más acelerada, demandante y fragmentada. Se pasó de la familia tipo a la convivencia del modelo tradicional con diversos tipos de familia. Asistimos a nuevos formatos: familias monoparentales, chicos con dos “casas” – la de mamá y la de papá en el caso de las parejas divorciadas o separadas- , hogares compartidos entre varias personas jóvenes, personas de altos ingresos con una pareja que decide por estilo de vida no tener hijos – los “DINKS”, sigla del inglés Dual Income No Kids, es decir: doble ingreso, sin hijos- o parejas que deciden no vivir juntos para preservar su privacidad y autonomía – los LATS sigla derivada del inglés Living Apart Together- entre otros.

El panorama es muy variado, y la disciplina arquitectónica responde poniendo en juego la creatividad con propuestas aggiornadas para todos. Cada casa es un mundo que puede reformularse tantas veces como sea necesario. Muchos padres separados pasan la mitad de su semana en un departamento de soltero, mientras que la mitad restante, ese mismo espacio se adapta a la dinámica familiar que proponen los hijos. El arquitecto Max Zolkwer, a cargo del estudio Pop Arq, cuenta su experiencia en un departamento de dos ambientes en el que a través del diseño de muebles flexibles se pudo resolver un hogar adaptado a esta convivencia. Entre las estrellas del mobiliario, destaca un enorme sillón de seis metros de largo que se convierte en tres camas individuales cuando llegan los chicos. Además, se pensó en una división sencilla, a través de cortinados, para que cada uno de los chicos encuentre fácilmente un espacio propio. En medio de los cambios que implica una separación, resolver la cuestión espacial de manera práctica y sencilla es un punto a favor.

“Pensar en viviendas fijas y cerradas ya no tiene mucho sentido, porque la vida cambia todo el tiempo y uno de los principales desafíos del trabajo arquitectónico consiste en adaptar los espacios para nuevos usos”, afirma Zolkwer. Subraya la importancia de pensar las dimensiones en metros cúbicos en lugar de metros cuadrados. La volumetría puede ser crucial para encontrar nuevas ideas que permitan incorporar, por ejemplo, nuevos ambientes a partir de entrepisos, dice el arquitecto. Señala que en los últimos tiempos, el mercado parece haberse adaptado a las necesidades de inversión, con monambientes o departamentos de dos ambientes, cuyos precios son más accesibles, pero aún quedan segmentos por cubrir en lo que refiere a las distintas tipologías destinadas a usuarios finales. “Una vivienda puede responder a muchas situaciones durante el ciclo de una vida. La misma casa en la que vive una pareja puede ser luego el hogar que recibe a los hijos pequeños, acompaña el crecimiento y la necesidad de intimidad de los hijos adolescentes y finalmente, en la adultez, cuando los hijos se independizan vuelve a ser el nido en que la pareja convive sola. Estas son sólo algunas de las curvas posibles de la vida”, ilustra el arquitecto Daniel Silberfaden, titular del estudio que lleva su nombre y decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Palermo. Apasionado por la disciplina arquitectónica, señala que con el surgimiento de nuevos modelos de nucleamientos familiares – se calculan más de veinte- las posibilidades se multiplican, y la disciplina arquitectónica se encuentra en una etapa de reflexión y debate para incorporar nuevos conceptos.

Tres casas en una. Una familia reconvirtió su hogar en tres unidades una para el padre, otra para la madre y la tercera para los hijos. Foto: Victoria Gesualdi / AFV

Flexibilizar y desjerarquizar son las claves que propone este nuevo camino: “Ya no se piensa en un “dormitorio” o una “cocina”, porque el lugar en el que se descansa también puede ser estudio de trabajo, y el espacio donde se cocina, un lugar de reunión, de encuentro”, dice Silberfaden.

El proyecto “3 casas” del arquitecto Max Zolkwer ilustra cómo un emprendimiento puede ser atravesado por el tiempo y las historias familiares. Se trata de una típica casa chorizo en un lote angosto y profundo del barrio de Chacarita. El primer contacto de Zolkwer con la casa, cuenta el arquitecto, fue en 1998 cuando su padre con dos hijos pequeños y su mujer embarazada la encontraron convertida en productora de video casi en ruinas. En tres meses la transformó en una casa habitable. Hoy, otras modificaciones por medio, la casa se convirtió en tres casas: una para los chicos adolescentes con tres habitaciones privadas y un living, una casa para la mujer, con estudio y cocina profesional y un departamento para el padre de Max. Así, cada casa está vinculada con la otra a través de los patios, pero las casas del hombre y la mujer tienen entradas independientes y no comparten vistas. Cada espacio tiene su propio estilo, materialidad y función, de acuerdo al perfil de sus habitantes y a los presupuestos disponibles. Los patios llenos de colores hacen de transición entre una casa y otra. Entre las modificaciones que se hicieron, Zolkwer cuenta que se tomó a la estrategia de demoler para crear más espacio y evitar circulaciones. Nuevas necesidades plantean soluciones innovadoras y creativas.

Customizar y personalizar es una de las claves de la vida moderna, y Darío López, director del estudio de arquitectura y desarrollo inmobiliario Arquitectonika lo sabe muy bien. Recuerda su experiencia con PH Jaramillo, un edificio construido para una familia con unidades hechas “a medida” de cada uno de sus integrantes. “Ellos estaban buscando y no encontraban un edificio que se adaptara a lo que buscaba cada uno”, cuenta López. El resultado es un edificio diseñado a la medida de cada uno de sus habitantes, en el que los departamentos son amplios, y aunque todos los integrantes de la familia tienen la misma cantidad de metros cuadrados, no todos tienen la misma cantidad de ambientes ni igual disposición, ya que cada uno adaptó el espacio a su estilo de vida y usos. “Los modos de vivir cambian. Se abren las posibilidades a los usos colectivos y hoy tal vez puede ser una opción adquirir tres departamentos en un mismo edificio, en lugar de una casa grande para todos”, finaliza Silberfaden.

Por Gabriela Koolen, Sábado 24 de junio de 2017
Publicado en el suplemento Propiedades & Countries del diario LA NACION