Proyectos Mixtos
Comenzaron hace poco más de dos décadas y conquistaron las preferencias de inversores y compradores. De la mano de una propuesta innovadora, los proyectos mixtos, esos que conjugan en un mismo predio viviendas, comercios, espacios laborales y hotelería -en una combinación entre dos o más de estas tipologías- con el uso de servicios y espacios comunes, pero siempre respetando la intimidad y privacidad, se instalaron como tendencia y hoy son un hito tanto a nivel urbano como social, que encuentra en el segmento premium su mejor aliado.
Los primeros desarrollos aparecieron en Estados Unidos, debido a las necesidades de un mercado en constante crecimiento. Además, para los inversores tenían el atractivo de permitir reducir costos operativos en factores como seguridad, instalaciones, estacionamiento y demás, y permitían el aprovechamiento del factor de simultaneidad que ofrece usar toda la infraestructura sin que queden servicios ociosos.
Cuando esta modalidad cruzó fronteras y desembarcó en Europa lo hizo en las afueras de las grandes ciudades, ya que por sus características y conformación las metrópolis del Viejo Continente no contaban con espacios abiertos (están saturadas) ni con terrenos libres (la edificación suele ser muy encajonada) y de flexibilidad reglamentaria (hay vastos sectores que gozan de protección arquitectónica y patrimonial) como para poder desarrollarlos. Por eso se asentaron en las áreas libres de los suburbios o en aquellas zonas que habían quedado devastadas luego de las guerras.
Ejemplos de esto son los nuevos polos que se crearon en Fráncfort, la zona este de Berlín (que estaba absolutamente deteriorada durante el régimen socialista), en el nuevo cordón suburbano que rodea París, o en ciertos nuevos barrios de Madrid.
Desembarco local
El primer proyecto con estas características que se construyó en la Argentina llegó de la mano del Faena Group, antes de la crisis de 2001: El Porteño. Esta combinación de residencias con hotel ideado por Alan Faena y diseñado por el genial Phillipe Starck. “Esta propuesta significó toda una novedad para el mercado local, ya que conjugaba en un solo espacio la posibilidad de contar con residencias de superlujo con los servicios de un hotel de altísima calidad. Con 110 habitaciones y 80 residencias tuvo un éxito inmediato, y hoy no sólo son las más caras de la Argentina, sino que para poder acceder a una es necesario anotarse en una lista de espera”, cuenta Alan Faena.
Así, poco a poco el concepto fue tomando fuerza y la oferta fue creciendo. Otro de los primeros fue Madero Harbour, complejo que une dos torres de oficinas AAA, hotel de 40 habitaciones y residencias, además de centro médico, shopping center, gimnasio, supermercado y cines que se levanta en el dique 1. “Madero Harbour es una ciudad dentro de la ciudad, donde se puede resolver todo en un mismo lugar. También suple necesidades que hasta el momento no estaban cubiertas en el barrio, como el supermercado o el centro médico. La seguridad, que hoy es tan importante, es otro gran diferencial del proyecto, lo mismo que la accesibilidad y su alta calidad de diseño y construcción”, comenta Alejandro Ginevra, a cargo del desarrollo.
ArtMaría es otro de los casos. También en el dique 1 y sobre un terreno de 20.000 m2, el proyecto sumará casi 100.000 m2 entre oficinas high tech , viviendas, plaza comercial y un hotel boutique. “Debido a la escala del proyecto decidimos encarar un desarrollo mixto, porque hacer un solo uso de una superficie tan grande implicaba saturar el lugar. Así que planteamos sumar a las oficinas AAA un sector comercial y otro de departamentos, y que todos converjan en un solo patio central para que se dé una interacción entre las personas que vivan o trabajen en el complejo”, cuenta Martín Rodríguez Etcheto, director y project manager de la firma Creaurban, a cargo del proyecto.
Muy cerca de ahí, Zéncity es una estructura arquitectónica que consta de cuatro bloques de viviendas, dos aterrazados y los otros en altura. El complejo, que cuenta con una ambientación inspirada en los hoteles de Las Vegas, se contempla con un bloque para oficinas que contará con una recova y un paseo comercial. Las torres poseen unidades con amplios decks de hasta 80 m2. Ahí habrá una serie de amenities privados, que incluirán hasta piletas individuales. Los sectores residenciales y de oficinas se encuentran bien diferenciados. “Ambos espacios están separados por una calle central; la idea es mantener la privacidad y compartir la menor cantidad de espacios comunes entre los que vivan y los que trabajen allí”, explica Alberto Fernández Prieto, desarrollador de Zéncity, donde el m2 ronda los 3800 dólares.
Hacia el Este, en el dique 4, Madero Center funciona como un ícono en el lugar. El emprendimiento que combina oficinas, residencias con amenities y locales comerciales se desarrolló sobre 120.000 m2, lo que brinda una idea de su magnitud. “Al plantearnos Madero Center consideramos que lo importante era plantear un proyecto mixto con la idea de mantener la privacidad en cada área sin mezclarse, pero que pudieran interactuar. Por eso privilegiamos la vista al dique para las residencias, por ejemplo, y desarrollamos los espacios laborales del otro lado”, comenta el ingeniero Luis Perelmuter, desarrollador y presidente de Kineret.
Entre los proyectos mixtos que vienen está el Alvear Plaza Puerto Madero, sobre el dique 3. Tendrá 49 residencias que se sumarán a la torre de 135 metros, además del hotel con el prestigio del Alvear. “Cuando decidimos avanzar con esta obra pensamos en la buena convivencia entre el hotel y las residencias para satisfacer la demanda, que podrá contar con los servicios y el confort de un hotel de lujo, como consejería, seguridad, restaurante y room service, a un paso de su residencia. Sin embargo, también cuidamos la relación entre el área hotelera y las residencias para proteger la independencia y la privacidad, sin necesidad de estar forzados a convivir”, comenta Andrés Kalwill, director responsable de los desarrollos del hotel Alvear.
A éste se suma St. Regis Hotel & Residences, que también fusiona ambas tipologías mientras se comparten los servicios comunes. Sobre un predio en el dique 4, el proyecto contempla residencias que se venderán a propietarios (inversores o usuarios, según sus necesidades), tal como lo describe Susana Giovinazzo, directora de la firma desarrolladora Raghsa.
Un poco más allá
Fuera de Puerto Madero, estos emprendimientos también van ganando espacio. Uno de los casos es La Defensa, que este año será sede de la muestra de diseño y arquitectura que organiza Casa FOA, en un complejo mixto que llama la atención: “Se trata de un propuesta en San Telmo, en pleno casco histórico. Contempla el reciclado de un viejo edificio donde se ofrecerá un servicio hotelero con 20 habitaciones que se complementará con otro nuevo de 14 oficinas en su parte posterior, un centro de convenciones para 350 personas, restaurante, locales comerciales y estacionamiento. “Son dos volúmenes de casi 1900 m2 cada uno, en los que el cuerpo original hacia La Defensa es una construcción de fines del siglo XIX con una disposición de claustro, óptima para la distribución de las 18 suites del área reciclada, de diversos tamaños y formatos”, dice Gustavo Ortolá Martínez, titular de GO Real Estate, a cargo del desarrollo.
Un poco más lejos también se van concretando. De hecho, y ante la falta de terrenos en la ciudad, la tendencia se va corriendo hacia el Norte. En ese sentido, los corredores de la avenida General Paz y de la Panamericana, y algunos sectores de la Avenida del Libertador, son los que tienen mayor potencial. Un ejemplo es Nodus, complejo de oficinas premium, locales comerciales y hotel de perfil corporativo de más de 75.000 m2, que se levanta en Vicente López a escasos metros de Libertador y con vista al río. “Creo que es interesante que se instalen edificios de oficinas en otras áreas no específicas y fuera de la City, y que permiten generar nuevos ejes barriales donde la gente puede trabajar y vivir, además de contar con toda clase de servicios”, expresa Perelmuter. Y todo parece cerrar.
D. Cúneo y L. Murciego, 10 de julio de 2010.
Publicado en La Nación.