El desembarco de cervecerías, bares y pastelerías de moda impulsa el crecimiento del barrio que cuenta con 190 locales de comida.
El corazón de la ciudad sigue creciendo a gran velocidad, los edificios se multiplican. A media mañana cuando el tránsito merma y la tranquilidad retorna en algunos sectores de Caballito, se puede oír el ritmo de las obras en construcción, el nuevo pulso del lugar que día a día cambia su fisonomía y suma, propuestas comerciales.
De ese barrio tranquilo, de calles adoquinadas, sólo algunas arterias parecen mantener el eco de aquellos tiempos. Uno de esos rincones porteños es el que se erige sobre Valle, en el tramo que está delimitado por las calles Del Barco Centenera y Hortiguera, allí en esos casi 500 metros se fueron instalando en los últimos tiempos diferentes propuestas gastronómicas que no sólo jerarquizan la zona sino que además fueron modelando su nueva identidad urbana.
“En los últimos años, en el centro de la Ciudad de Buenos Aires se formó un nuevo polo gastronómico que se denomina el renacimiento de Little Horse. Es una revolución que se vive entre manzanas de casas bajas, pasajes con calles cortadas y espacios reducidos donde comenzaron a ubicarse nuevos restaurantes y delis”, explica Alejandro Schiaffino, responsable de la división Locales de Adrián Mercado Gestión Inmobiliaria.
El desarrollo de la calle Valle según algunos especialistas de la zona surge como un desborde natural del crecimiento tanto de la avenida Pedro Goyena como de Del Barco Centenera. Hoy este pequeño tramo cuenta con seis particulares propuestas comerciales gastronómicas. Alicia M. una antigua vecina del barrio cuenta que: “por la zona pasan tocando timbre o dejando volantes y tarjetas todas las semanas, una y hasta dos veces, diferentes representantes de inmobiliarias con propuestas comerciales para los dueños de las viviendas. Buscan casas viejas ubicadas en las esquinas”, comenta. Y agrega: “Alguna de las alternativas que sugieren es comprarnos la parte inferior de la vivienda, la planta baja; reformarla con el objetivo de instalar un local -casi siempre gastronómico- y luego construirnos un piso más arriba para que los propietarios no perdamos metros cuadrados, ni calidad de vida -dicen-“.
El primero que desembarcó en esa calle que bordea al conocido barrio inglés fue Le Blé, la cadena abrió un local en la esquina de Emilio Mitre y Valle. Más tarde llegó El Podio, en Centenera y Valle, y un tiempo después Nucha -en Valle al 1000- que aportó propuestas de comidas rápidas y frescas. También desembarcó Fabric Sushi, en la esquina de Cachimayo y Valle. “Ofrecemos comidas fusión peruana-japonesa, pero además tenemos la particularidad de escuchar a los clientes y poder adaptarnos a sus necesidades y gustos”, explica Nicolás Montañes, encargado del segundo local de la firma, que nació en Palermo.
No lejos de allí en la esquina de José A. Terry y Valle, en una vieja casona de dos plantas que mantiene su techo original de tejas se encuentra Es Ruiz Cafetín, una creación del maestro pastelero y campeón argentino Eduardo Ruiz. El espacio es uno de los cafés porteños más lindos que propone un viaje en el tiempo llevando a los comensales a las casas de las familias acomodadas de la década del 50. “Cuando pensamos en abrir un local comercial sabíamos que debía ser sí o sí en la zona de Caballito. Nuestro enfoque principal era poner una pastelería. El barrio no tenía oferta y el potencial era muy grande. Y al tiempo de abrir nos dimos cuenta que debíamos ofrecer algo más y fue así que apuntamos a hacer un buen café, es por eso que contamos con nuestro propio blend de café”, comenta Diego Seijas, encargado del local.
La elección de la casona fue casi fruto del azar. “Nuestra idea era empezar primero por la pastelería y un día cuando estábamos rumbo hacia el local de Centenera al 500, donde finalmente se instaló el punto de venta al paso de nuestras especialidades, nos encontramos con esta hermosa casa que se encontraba con el cartel de alquiler. Nos encantó el lugar, la vivienda y entendimos que las oportunidades cuando te aparecen hay que aprovecharlas. Así que hicimos algunas evaluaciones, y todo nos hizo pensar que debíamos dar el siguiente paso. Varios factores colaboraron a la hora de la toma de la determinación como que se trataba de una vivienda hermosa, que era conocida en el barrio y que además había sido una locación de una novela muy vista hacía unos años atrás. Era evidente que debíamos cambiar de planes y así lo hicimos, con un muy buen resultado”, cuenta Seijas. El espacio cuenta con 110 cubiertos en primavera-verano utilizando la vereda, mientras que en invierno ofrece 80 o 90 lugares.
Pero ellos no se quedaron con la apertura de estos dos locales y fueron por más. “Hicimos una apuesta grande y abrimos no sólo este local sino también la pastelería que se encuentra en Centenera al 500 y simultáneamente una planta de elaboración de 500 m2 en La Paternal. Salió todo salió muy bien: el primer fin de semana tras la inauguración hubo tan buena respuesta de la gente que no dimos abasto para atender, fallamos con los tiempos de entrega de muchos pedidos y con algunos otros temas que con el tiempo fuimos ajustando, pero lo cierto fue que ese día bonificamos casi el 50 por ciento de las mesas. Algo que nos marcó un muy buen primer paso, pero no es algo sólo nuestro, cuando uno pasa por Café Martínez, ubicado en Valle al 300 también está lleno, lo mismo sucede con Le Blé, Nucha, Fabric Sushi y El Podio. Evidentemente la zona está en ascenso”, concluye Seijas.
Un análisis aparte merece lo que está sucediendo en la avenida Pedro Goyena. En los últimos tiempos , el corredor, fue sumando otro tipo de propuestas y a los ya tradicionales restaurantes y espacios de sushi. Por caso se sumaron las cervecerías artesanales como Antares y Bélgica. “Además de este tipo de propuestas se nuclearon una gran cantidad de bares, cafés -algunos pertenecientes a grandes cadenas- y lugares dedicados a las delicatessen dulces. Los cuales representan hoy el 20 por ciento de los espacios comerciales”, detalla Schiaffino. Y agrega: “Caballito cuenta con casi 190 locales gastronómicos y sólo en Goyena se concentra el 15 por ciento de ellos”.
La oferta comercial de esta arteria, una de las más arboladas de la ciudad de Buenos Aires, se completa con parrillas, locales con comidas regionales y de espacios dedicados para los amantes del sushi. Entre los nuevos sitios se destacan la bombonería Rapa Nui y Sushi Woman. Este último es una marca que nació en Haedo como delivery hace más de ocho años. ” Desembarcó hace poco más de doce meses en Caballito con el objetivo seguir creciendo”, explica Aldo Mazza, titular de restaurante.
Fiel al perfil localista de quienes viven en el barrio, para poder ir a muchos de los nuevos restaurantes es preciso hacer reservas. “Antes, en muchos casos, para salir a la noche debíamos ir a Palermo, hoy no es necesario. En cierta forma esto también cambio la manera de vivir, para ir a cenar no es preciso mover el auto, se puede ir a pie y vivir aún más el barrio”, explica Claudio Melani, broker de Lepore y vecino de la zona. En la calle Valle, los valores de alquiler pueden oscilar entre los $ 50.000 y $ 75.000 mensuales según las características y la ubicación del local. “En la avenida Pedro Goyena el valor promedio de alquiler del metro cuadrado es de US$ 45, aproximadamente US$ 20 menos de los que se paga en Acoyte y Rivadavia y US$ 17 más de lo que cuesta el m2 en la avenida Directorio, otro de los puntos que en los últimos tiempos comenzó a crecer bastante”, dice Schiaffino.
Según Melani en Goyena los locales libres no duran ni un día con carteles de alquiler. “Tal es la demanda que en cuanto se pone el cartel o el aviso te lo quitan de las manos. En muchos casos ni llegan a ofrecerse para alquiler dado que existen lista de espera de firmas o comerciantes interesados en desembarcar en estos polos. Un fenómeno que redunda en un desborde a otras arterias de la zona. Actualmente contamos con esquinas pedidas para varias cadenas de cafés y hasta con reservas hechas a un año”, dice el especialista. Y amplía para finalizar: ” Los precios de venta de un local de 50 metros cuadrados en Goyena oscilaría los US$ 200.000, mientras que los de 75 metros podrían trepar hasta los US$ 390.000 y los ubicados en las esquinas llegarían, según el caso, hasta US$ 1,2 millones de dólares, pero rara vez sucede que los dueños quieran desprenderse de estos espacios, dado que son minas de oro”.
Por Leandro Murciego, Lunes 30 de octubre de 2017
Publicado en el suplemento Inmuebles comerciales e industriales del diario LA NACION