La vorágine cotidiana debería dar lugar en Semana Santa a momentos de reflexión, más allá de los credos y de los escenarios. Frente al mar, en la montaña o las sierras, en la casa afuera o en la ciudad, ese instante de sosiego se vuelve en estos días, probablemente para muchos, único.
Tiempo para el descanso aquí o allá y para replantearse, por qué no, cómo seguir en los meses que vienen, en particular si hasta ahora los resultados no fueron los esperados. Todo parece indicar que en un sube y baja, las expectativas están por encima de lo que hasta aquí el mercado puede dar.


