El Bajo de San Isidro se convirtió en un nuevo polo gastronómico; ahí existen cerca de 30 opciones, todas de buen nivel.
Poco a poco, ese lugar apacible, próximo al río y que nace justo detrás de la imponente catedral de San Isidro, fue cambiando su antigua fisonomía donde dominaban la escena las pintorescas y tradicionales casitas ribereñas para comenzar a dar forma a un nuevo y muy concurrido polo gastronómico, que actualmente compite palmo a palmo con su par del Boulevard Dardo Rocha.
Allí, en ese lugar donde hasta hace un tiempo sólo existían pizzerías y parrillas, hoy convive con muchos locales que ocupan los restaurantes, la mayoría de primer nivel. “Esto cada año está mejor; desde que abrimos el restaurante la zona continúa creciendo. Aunque sin duda el gran cambio se experimentó este año, dado que se pusieron varios locales gastronómicos nuevos, la mayoría con sello gourmet. Actualmente, en la zona delimitada por las calles Primera Junta y Roque Sáenz Peña, de Norte a Sur, y Lasalle y el Río de La Plata, de Oeste a Este, existen más de 30 locales gastronómicos, entre restaurantes, bares y casas de té”, explicó Gustavo Seiguer, uno de los socios del restaurante familiar Sudeste, que abrió sus puertas en agosto de 2007 y que cuenta con 70 cubiertos (50 en su salón y 20 distribuidos entre el jardín y la galería).
Una de las primeras en desembarcar en el lugar fue La Vaca, que abrió sus puertas en 1980. Otro del selecto grupo de los pioneros es sin duda el Bar Seddon, que según cuenta una de las tantas leyendas urbanas del lugar fue la primer vivienda del Bajo. Más tarde, en la década del 90 llegaron en forma masiva los artistas plásticos, dando forma a un variado circuito cultural que hoy está integrado por más de 25 talleres. “La mezcla entre lo residencial y lo comercial, le permite mantener aún hoy su aspecto de barrio, manteniendo intacta la fisonomía del lugar. Algo que cuida mucho la Municipalidad”, afirmó Tomás Dianda, miembro de la gerencia de la sucursal Acassuso de la firma L. J. Ramos Brokers Inmobiliarios.
Gustavo y Sandra -su mujer- soñaron con un restaurante propio durante mucho tiempo, por eso nada allí está librado al azar. En su proyecto ellos están presentes desde la carta (confeccionada por Sandra) hasta la atención del público y la decoración de cada rincón de esa tradicional propiedad ribereña donde la madera manda.
Para Dianda, esta zona es muy demandada por empresarios gastronómicos, pero no es sencillo el trámite para la instalación de estos comercios. “Tal vez uno de los inconvenientes para el desembarco de nuevas propuestas es que la Municipalidad pone muchas trabas: si no tenés antecedentes gastronómicos exige a que a partir de 3 comensales, el lugar cuente con un espacio propio de guardaautomóviles. Quienes quieren llegar ahora allí se ven obligados a comprar el fondo de comercio de algún lugar del rubro gastronómico. Actualmente en el lugar se alquila el m2 entre 100 y 120 pesos, mientras que para la venta el valor ronda los 2000 dólares”, explicó Dianda.
Casco histórico
Cerca de allí se encuentra el casco histórico, un lugar único que refleja un mercado con muy buen movimiento. “Sus calles empedradas y su arquitectura, que se mantiene intacta desde la época de la Colonia, impulsan a que el lugar se diferencie claramente de su entorno. Sin duda, allí el ícono del lugar es la catedral de San Isidro y la plaza Mitre, donde se encuentra el famoso reloj floral (allí, durante el fin de semana se desarrolla la feria de artesanos). En medio de ese escenario, el panorama comercial es muy bueno, ya que no sólo la mayoría de los locales están ocupados, sino que además cuentan con una muy escasa rotación”, dijo Dianda.
A diferencia del Bajo de San Isidro, en el casco histórico -donde existen mayores restricciones municipales- dominan los locales entre 100 y 300 m2, y conviven colegios, hoteles, bancos, compañías de seguros, agencias de turismo e inmobiliarias, entre otros. En ese lugar, los alquileres oscilan entre los 100 y 150 pesos el m2 para el alquiler, mientras que para la compra rondan entre los 2000 y 2500 dólares.
El paseo comercial que acompaña a la estación San Isidro del Tren de la Costa supo ser durante sus primeros años de vida (que se inauguró en abril de 1995) uno de los principales atractivos del lugar, pero malas administraciones y desacertadas propuestas comerciales fueron deteriorando su propuesta comercial. “En sus comienzos fue muy exitoso, luego comenzó la decadencia; hoy, el nivel de ocupación es bajo, donde se encuentra un pequeño polo gastronómico sobre la entrada de la calle Lasalle, lo que tracciona gente de la zona y extranjeros. Estos últimos llegan desde la Capital por medio de city tours, ya que dentro del complejo se armó un paseo de compras de productos típicos argentinos, en el nivel inferior del complejo”, dijo Dianda.
Una sorpresa que se observa en el lugar en los últimos tiempos es el alquiler de varios locales -del piso superior, principalmente-, los cuales comenzaron a ser destinados como espacios de oficinas.
Lo cierto es que por distintos factores, esta zona que hasta hace unos años parecía haber quedado en el tiempo hoy es uno de los sitios más visitados no sólo por el público porteño y de zona norte, sino también por turistas, los cuales quedan fascinados no sólo por su belleza, sino también por la exquisita gastronomía que hoy distingue al Bajo. Sin duda, una fórmula exitosa.
Por Leandro Murciego, Lunes 04 de noviembre de 2013
para el suplemento Inmuebles Comerciales e Industriales del diario LA NACION