El patrimonio histórico inmobiliario: una cuestión de valor

Existe un gran número de arquitectos y desarrolladores que a la hora de hacer nuevos proyectos inmobiliarios tiene como centro la preservación edilicia.

n los últimos tiempos en las urbes más importantes del continente el cuidado de los inmuebles históricos se convirtió en una práctica cada vez más habitual para los arquitectos y desarrolladores, pero este fenómeno encuentra más de una corriente de cultores, en nuestro país este fenómeno comenzó a escribir sus primeros capítulos y la ciudad de Buenos Aires es uno de los lugares que más casos reúne.

Para algunos, este es un fenómeno que permite, de alguna forma, preservar la historia mientras que para otros, en cambio, esta es una manera -de las tantas- de terminar con los inmuebles con valor patrimonial que dan forma a la memoria arquitectónica y cultural de las ciudades más importantes.

Estos últimos suelen coincidir en que la preservación de la fachada no es más que mantener tan sólo la cáscara de cada obra histórica y reafirman esta postura sosteniendo que al mantener los frentes sólo se preserva el 5% de la obra en cuestión mientras que le 95% restante sufre la demolición de la estructura. Aunque también vale aclarar que no todo edificio antiguo tiene valor patrimonial.

Cada vez son más los proyectos que integran los inmuebles históricos con las nuevas estructuras.

Según Juan Ignacio Mel, gerente de ventas de Mel Propiedades hay diferentes niveles de conservación histórica. “La más común es la preservación de la fachada por tratarse de un inmueble arquitectónica o históricamente valioso. En muchos casos, esto es lo único de valor ya que el interior tiene una distribución antigua y generalmente poco iluminada”, explicó Mel. Y agregó: “En el otro extremo, hay casos como el del correo central y tantos otros museos y casonas históricas a los cuales se les da una protección adicional edilicia. En estos casos, el valor no sólo se encuentra en la fachada sino también en el edificio en si por su arquitectura, decoración o función”.

Mel afirmó que no todo lo histórico resulta importante a nivel patrimonial. “Tiene valor todo aquello que posea una arquitectura que se destacaba para la época, que no sea posible de reemplazar si se demuele, dicho de otra manera que posean un valor histórico importante. Hay muchas propiedades que hoy en día tienen una catalogación cautelar pero cuyo valor arquitectónico/ histórico es nulo”, sostuvo el broker.

María Inés Kries, gerente comercial de Newland, que lleva adelante la construcción de Casa Goyena & Suites una de las mejores propuestas que logran fusionar la construcción moderna con la preservación de inmuebles históricos afirmó que: “Mantener una fachada no es conservar parte del patrimonio nacional, es mantener la relación de la ciudad con su historia. Lamentablemente se puede conservar solamente lo que aún se mantiene en pie, por habernos olvidado de nuestro pasado y dejar que colapsen las estructuras que fueron dando forma a nuestra ciudad”, explicó Kries.

Luis Camps, vicepresidente Argencons ( responsable de Quartier Madero Urbano, otro de los desarrollos que se destacan en este rubro) y titular del Estudio Camps & Tiscornia, explicó: “No creemos que el patrimonio se pueda considerar como un genérico, sino lo interesante es determinar con precisión donde reside el valor de lo que se pretende conservar. Es probable que en algunos casos, sea suficiente la conservación de la fachada, y en otros resulte irrelevante. “.

Según los referentes consultados, la mayoría de las veces, los desarrolladores piden la conservación de fachadas y un porcentaje determinado de la propiedad. Es por eso que se observan muchos proyectos donde se ve la fachada original y algunos metros detrás surgen recién las nuevas estructuras (tal como sucede en el moderno edifico que se ubica en Arcos al 2200 que la municipalidad porteña tomará como caso testigo). Y en menor medida se solicita la preservación de toda la estructura.

Para Camps, la moda de preservar fachadas empezó el día en que se tomó conciencia de lo que significaba el valor patrimonial y esta idea fue ganando terreno en la opinión pública a lo largo del tiempo. “Esta necesidad, estuvo presente desde el mundo antiguo en muchas ciudades, basta recordar la queja de los romanos a los Papas barrocos, por la destrucción de su patrimonio clásico (“Quod non fecerunt barbari, fecerunt Barberini”). Sin embargo luego de un largo proceso cultural, la conciencia del patrimonio fue emergiendo a la superficie, primeramente en Europa, donde este era más evidente por el objetivo valor patrimonial de las ciudades europeas. La Argentina ha avanzado mucho en los últimos años, pero sin embargo creemos que no lo ha hecho del todo racionalmente. Pensamos que tanto el descuido absoluto como el cuidado desmedido son malos para la conservación del patrimonio”, dijo.

Los referentes consultados afirman que una buena conjunción entre la arquitectura antigua y la moderna da como resultado un éxito estético y un mayor valor comercial asegurado. “De la síntesis que surja entre desarrollo y patrimonio estará en gran medida el valor final de la operación. No existen fórmulas preestablecidas para la determinación del valor final de un emprendimiento de este tipo, ya que estos obedecen a múltiples factores, pero todo ellos dependen del acierto de una intervención que permita convivir armónicamente el nuevo desarrollo con el aporte del patrimonio, de manera que ambos se potencien recíprocamente”, comentó Camps.

A la hora de realizar este tipo de obras que obligan a la fusión de estructuras y estilos lo que resulta fundamental es la realización de un análisis muy profundo y exhaustivo de los costos permitirá acercarse a determinar montos y porcentajes. Para este análisis resulta fundamental contar con anteproyecto lo más completo posible que lo habilite, ya que solamente conociendo con precisión el carácter de la intervención, podremos obtener algunas conclusiones válidas.

Y agregó Kries: “Dependiendo del tipo y estado del patrimonio, se debe armar un equipo interdisciplinario que contemple arquitectos, ingenieros, historiadores y restauradores, que conjuntamente decidan y planifiquen las estrategias de preservación, conservación y/o ampliación”.

Por  Leandro Murciego, Sábado 21 de noviembre de 2015
Publicado en el suplemento Propiedades & Countries del diario LA NACION