En las zonas cercanas a los balnearios preferidos por los veraneantes, como Cariló, Pinamar, Mar de las Pampas y Mar del Plata, se advierte una etapa de resurgimiento en la construcción, donde se suman proyectos para todos los gustos
PINAMAR.- No hay descanso ni en esta ciudad ni en Cariló. Y mucho menos en este último tramo del año, al que, por disposición municipal, apenas le quedan poco más de dos semanas para que las empresas constructoras avancen y en algunos casos alcancen el final de obra para decenas de edificaciones que se levantan en este balneario, reflejo de un excelente momento que viven las inversiones inmobiliarias no sólo en estas playas, sino en el conjunto de la costa atlántica.
Sólo entre estos bosques, que quedarán libres de ruidos de máquinas entre el 15 de diciembre y Semana Santa, se inaugurarán esta temporada unas 60 viviendas particulares y un puñado de inmuebles multifamiliares que estarán entre la primera y la segunda línea de cara al mar, la escenografía favorita para quienes alquilan o buscan tener su rincón de descanso a pasos de las olas.
El fenómeno se extiende a otras localidades de la zona. Por ejemplo, Pinamar, donde sin llegar a niveles históricos, en la construcción se vive una etapa de resurgimiento. Casi tanto como en Mar del Plata, donde la propiedad horizontal está marcando un nuevo hito en la cronología de la ciudad. Según fuentes oficiales, por estos días hay más de 350 edificios en construcción y proyectos en pie para autorizar otro centenar en lo inmediato, cifra que se multiplicará pronto si se aceptan propuestas para cambiar indicadores urbanos en zonas que hasta la fecha ponían límites muy estrictos para las edificaciones de altura.
Los turistas que ya comienzan a visitar cada vez más seguido los balnearios de la costa atlántica se sorprenden por esta notable actividad que por momentos ha llevado casi al límite la disponibilidad de mano de obra capacitada en los distintos oficios vinculados con la construcción. Y pronto son parte del negocio, tentados por las bondades del lugar y los ladrillos, que garantizan capital y rentabilidad a la hora de invertir.
“Ya desde este invierno se percibió un mayor movimiento de ventas, no sólo de casas, sino de terrenos, donde pronto comenzaron a construir”, explica Silvia Melgarejo, de Constructora del Bosque, una de las referentes del sector inmobiliario que mejor conoce el movimiento de Cariló. Es en esta época cuando los turistas llegan con intención de alquilar y, en medio de la búsqueda de la residencia de veraneo, se entusiasman por adquirir su vivienda en estas playas.
“Sólo para esta temporada vamos a tener 60 casas nuevas”, confirmó Melgarejo. También hay mucho interés por los departamentos y las cabañas en complejos, que los propietarios pueden usar o alquilar. La inversión, se asegura, garantiza un mínimo de 6% de renta anual.
Un lote promedio, de alrededor de 1000 m2, cuesta por aquí unos 100.000 dólares, cifra que crece y mucho si se trata de terrenos próximos al mar o casi sobre la playa. Por una casa de tres dormitorios y dependencias se paga desde 230.000 dólares, monto que variará según la ubicación y las características del inmueble.
Más servicios
La proliferación de chalets fue una constante de Pinamar desde los inicios de los años noventa. Pero desde hace un par de años, una de las estrellas es la construcción de torres de categoría. Quizá la tendencia se percibe con mayor claridad a ambos lados de la avenida Bunge, que permite un acceso a la ciudad ahora flanqueado por llamativos edificios.
En un destino donde los propietarios siempre buscaron, y pagaron muy bien por eso, la proximidad del mar. Entonces la aparición de emprendimientos con amenities logró un cambio en la tendencia. El complejo Building Albar, que tiene un máster plan de ocho torres con departamentos de 2 a 4 ambientes, seis niveles y casi 24.000 m2, es una muy buena muestra del nuevo camino elegido por los grandes inversores, que apuestan a este balneario.
La buena recepción lograda por este tipo de propuestas llevó a otros grupos a sumar nuevos emprendimientos y a ofrecer respuestas a los clientes con mayores exigencias en materia de servicios. Estas propiedades flamantes se pueden conseguir desde US$ 1700 el m2.
El otro polo de atracción para los inversores es el hoy llamado Camino Parque, que une la citada Bunge -desde sus cercanías con la ruta 11- con la zona norte y desemboca en el mar. En ese recorrido se concentró buena parte de las últimas operaciones importantes. Un crecimiento que viaja a la par de una novedad que Pinamar presentó hace pocos años y cada vez encuentra más interesados: el barrio privado.
En el caso de La Herradura, un complejo con cuatro lagos, dos canchas de polo y mucho verde, ya hay 11 familias residentes y 78 casas que estarán terminadas para el inicio de esta temporada. “Es un barrio privado que se consolidó y resultó interesante tanto para inversores como para gente decidida a radicarse o a tener aquí su lugar de descanso”, explicó a LA NACION Elsa Shaw, responsable de Pinamar SA, firma desarrolladora del proyecto. Un lote de aproximadamente 1400 m2 se paga allí desde US$ 50.000. Fuera de ese complejo, pero en zonas cercanas y muy buscadas, las tierras rondan los 60 dólares por metro cuadrado.
Muy cerca, en Mar de las Pampas, hay obras por decenas que incluyen casas como complejos de cabañas. Pero quizá la inversión más importante de los últimos tiempos es Linda Bay, un complejo que se levanta sobre el mar, entre este balneario y Villa Gesell. Tiene aparts de uno y dos dormitorios y todo en materia de amenities, incluida la salida directa al mar. Se cotizan entre 115.000 y 225.000 dólares.
La hora de los edificios
Mientras aquellos que prefieren Pinamar, Cariló o Mar de las Pampas valoran esa combinación de bosque y playa, en Mar del Plata el crecimiento inmobiliario de los últimos años se aleja poco a poco de la costa y se abre huecos en los barrios más cotizados.
A falta de espacios disponibles en la primera línea, de cara al océano, cubierta casi en su totalidad con las torres premium que se construyeron durante la última década, los grupos de inversión se instalaron tan cerca como pudieron de zonas residenciales como Los Troncos o Playa Grande. Allí donde los indicadores dejaron abierta una posibilidad, allí se levantan edificios.
Sin tener el perfil de alta gama que ofrecen las torres de la costa, la propiedad horizontal se expande con buenas edificaciones y los servicios que los espacios disponibles permiten. En la comuna reconocen que hay entre 350 y 360 edificios en obra, entre las que incluyen dúplex, tríplex y tipo PH. Sólo este año se autorizaron casi 100.000 m2 para esta clase de construcciones, un 20% más de edificios que en 2009.
El costo que se lamenta es que ante la escasez de lotes disponibles, la alternativa es demoler propiedades. Algunas son (o eran) muy pintorescas y su desaparición genera permanentes reclamos de sectores de la comunidad, que piden su preservación.
La opción es ir en busca de nuevos espacios disponibles. Punta Mogotes asoma como una posibilidad, aunque los vecinos de la zona rechazan que se modifiquen ordenanzas para permitir la construcción de torres que superarían la decena de pisos. El Norte también tienta. En especial porque está en marcha una obra histórica para el tratamiento de efluentes cloacales, que se vuelcan en esa zona. Si esas playas ganan en calidad, todo el sector cotizará en alza y ganará interesados en esa nueva línea de construcciones que se levantaría frente al mar. “Queremos reposicionar a Mar del Plata porque toda la vida una ilusión de la gente fue tener su departamento o casa en esta ciudad”, explicó Luis Silva, presidente de la flamante Cámara de Desarrolladores Inmobiliarios, casi una consecuencia de este momento que vive la construcción en Mar del Plata. “Queremos que este destino esté entre las preferencias de los que ahorran en ladrillos”, dijo.
En inmediaciones del centro comercial de la calle Güemes se advierte uno de los focos para estas edificaciones. En la zona de Chauvin, inmediaciones del centro, y desde La Perla hacia Constitución, también se ve crecer las torres. Los departamentos a estrenar cuestan desde 1300 hasta 3000 dólares el m2, cifras estas últimas limitadas para las unidades premium de Playa Grande. Compradores no faltan.
“Los valores no han tenido variaciones porque los constructores han preferido resignar ganancia para mantener precios competitivos frente al amplio mercado de inmuebles usados”, explicó el presidente del Colegio de Martilleros de Mar del Plata, Miguel Angel Donsini.
Sobre la calle Alem, en los altos del Golf de Playa Grande, se aprovecha uno de los últimos espacios con vista directa al mar. Allí se construyen al menos tres torres, aun cuando a la hora de las excavaciones iniciales haya que lidiar duro y con mayores costos con una superficie subterránea muy rocosa.
Los operadores del ramo sostienen que, como en el caso de la nueva planta de efluentes en marcha, la obra pública que se realiza en la ciudad contribuye a que la construcción de propiedades no se detenga. La proyectada transformación de la vieja terminal de ómnibus en un gran paseo cultural y comercial, así como la inminente puesta en marcha de la obra para levantar el Museo de Arte Contemporáneo en el Acceso Norte ofician como disparadores de nuevas propuestas inmobiliarias.
Por Darío Palavecino