Las casas del futuro

Un estudio de arquitectura holandés creó una vivienda inteligente flotante en la que el usuario puede achicar, ampliar o unificar los ambientes; el proyecto que comenzará a construirse en los próximos meses busca evitar la generación de espacios ociosos

Cuando la arquitectura y la imaginación se potencian, las posibilidades son infinitas y surgen propuestas que miran al futuro. Una casa “mágica”, en la que los ambientes aparecen a medida que el dueño desea usarlos, o una vivienda diseñada sin una sola línea recta, son algunas de las opciones.

Las construcciones cargan con referencias a las obras y saberes que las preceden, pero al mismo tiempo, deben ir un paso adelante a su época para garantizar su perdurabilidad. Se podría pensar que los arquitectos se convierten en algo así como los primeros viajeros en el tiempo. En definitiva, sus obras resultan mucho más interesantes y fructíferas cuando surgen de afinar a la creatividad para resolver las necesidades del presente, y adelantarse a las de las futuras generaciones. En este equilibrio, algunos proyectos pueden aportar las claves para la vivienda del futuro. El Waterstudio, en Holanda -especializado en viviendas y construcciones flotantes- se distingue por sus novedosos modos de pensar la arquitectura. Entre sus proyectos más destacados está un hotel de cristal en Noruega, para garantizar las mejores vistas a o todos sus habitantes, y el “Sea Tree”: una construcción hecha exclusivamente para convertirse en el hábitat ideal para diversas especies animales de la zona. Una de las que más llaman la atención entre sus creaciones recientes, es la denominada “Magic House”, una vivienda inteligente cuyos ambientes aparecen y desaparecen a pedir del usuario.

El arquitecto Koen Olthuis, director del estudio, cuenta que se trata de una casa flotante de setenta metros cuadrados con paredes de vidrio. Desde el exterior se ve como una caja completamente vacía, pero el “truco” está en su sistema inteligente: a través de una aplicación en un smartphone, la casa va cargando sus funciones con sólo apretar un botón. Suena a sueño futurista, pero el mecanismo es bastante simple, y Olthuis afirma que la tecnología ya está disponible.

Para explicarlo de manera sencilla, hace falta entender que las casas flotantes necesitan tener una base profunda que les permite flotar y aporta estabilidad. En esta base, que funciona como un sótano, la casa mágica alberga el mobiliario dinámico que forma parte del living, la cocina, o el dormitorio. De esta manera, cuando los habitantes de la casa deciden habitar alguno de estos ambientes, aprietan el comando que hace “subir a la superficie”, la función correspondiente.

“Con este sistema se puede hacer una casa más comprimida, con menos espacio, pero en la que al mismo tiempo, cada ambiente sea más grande: si decidís subir tu habitación, tenés un espacio de setenta metros cuadrados.. Es como un camaleón de 70 metros cuadrados que pueden estar completamente dedicados al ambiente que se requiera según las necesidades del momento. Una manera totalmente nueva de pensar el espacio”, sostiene Olthuis, para quien, dada la superpoblación mundial, es fundamental utilizar los espacios de maneras más eficientes.

“Cuando estudiaba, la arquitectura estaba en un momento como más de búsqueda de la originalidad, de hacer construcciones extrañas o vistosas. Hoy los arquitectos estamos para resolver problemas. Nuestra tarea es solucionar los problemas de la gente y cambiar su vida. Las claves están más en encontrar la solución más inteligente para hacer no sólo la “casa de los sueños”, sino también la “ciudad de los sueños”, afirma, al tiempo que plantea que este modelo de vivienda inteligente puede generarse para todo tipo de construcciones, desde espacios de entretenimiento, estacionamientos, o espacios públicos en las ciudades. También es posible replicar el modelo en construcciones sobre tierra, siempre que tengan un sótano, aunque Olthius destaca que en las viviendas flotantes esa base profunda ya existe, y suele ser un espacio perdido.

El arquitecto explica que la idea de esta casa “mágica”, surgió de la observación de los modos de habitar las viviendas, y de encontrar que siempre hay espacios ociosos. “En una casa puede haber muchas habitaciones y ambientes, pero no podés estar en todos lados al mismo tiempo, y terminan estando vacíos mucho tiempo. Pensando en esto dijimos ¿Qué pasa si ponemos todo junto en un gran ambiente abierto, y las funciones sólo van apareciendo a medida que las necesites?”, dice.

Aclara que las funciones están diseñadas en la base de manera que no se superpongan, así, si la persona lo desea, puede utilizar diferentes ambientes al mismo tiempo. “La gente que vive en las ciudades tendría que tener casas más eficientes en el uso del espacio y esta es una buena chance porque además se siente como una casa de muchos más metros cuadrados”, destaca.

Olthuis explica que este proyecto surgió por encargo de un cliente que se dedica a hacer pisos inteligentes. El mecanismo para subir las funciones ya está listo y la tecnología también, por lo que la construcción está lista para arrancar, según afirma, y en un principio el cliente la usará como casa de exposición que irá de una ciudad a otra, ya que, al ser flotante, tiene también la particularidad de poder moverse de un lugar a otro. ¿Se trata de la casa del futuro? En un principio, según el modo en que Olthuis entiende la tarea del arquitecto, es una solución posible a una problemática. “Soy un arquitecto y veo la ciudad como un rompecabezas: hay un problema, y hay una solución que resuelve este problema”, concluye.

Mundos particulares

La inspiración para una vivienda puede llegar desde muchos lugares y hay tantas personas como modos de concebir el clásico “hogar, dulce hogar”. En el plano local, las arquitectas Adriana Sierchuck y Gabriela Barrionuevo, del estudio Barrionuevo-Sierchuck, apuestan a una arquitectura que se presta a dejar volar el deseo y la imaginación para que cada cual encuentre su lugar en el mundo.

Adriana Sierchuck relata que suelen jugar bastante con los límites en cuanto a lo estructural y lo material, y durante todo el proceso tienen en cuenta hasta dónde quieren llegar sus clientes. Así, a pedido de unos clientes -una pareja de amantes del arte y arquitectura, según describe-, diseñaron una casa sin una sola línea recta: se trata de Casa Pétalo, en Uruguay, donde el paisaje del río y el fuego de las chimeneas contribuyen a que todo fluya.

“Si hay algo que distingue nuestros proyectos es que ninguna casa es igual a la otra, porque nuestros clientes son bien diferentes y cada uno tiene sus sueños. Cada proyecto es un desafío porque cada cliente es un mundo diferente. Algunos de ellos jamás se imaginaron la casa que terminó siendo esos dibujos que les presentamos la primera vez. Por suerte siempre les gustó”, afirma orgullosa. Los desafíos, señala, tienen que ver con las soluciones estructurales y de materialización, así como los costos, ya que el presupuesto puede ser muy determinante.

Otra de las creaciones que menciona Sierchuck es Casa Patio, una vivienda destinada a reflejar los gustos de su dueño y mantenerlo cerca de sus pasiones. Fue diseñada para un coleccionista de autos que los guardaba escondidos en un garaje de Martinez. En este caso, quiso hacer un lugar que le permitiera albergarlos y exhibirlos en su propia casa, y el partido arquitectónico giró en torno a los autos. La originalidad puesta al servicio del deseo alcanza su mayor potencial, y lograr integrar los principios de la arquitectura con los sueños de quienes habitarán los espacios es fundamental.

En este sentido, para Sierchuck las casas del futuro estarán cada vez más integradas al entorno y a la luz, y contarán con mucha tecnología y robótica. Además, afirma que serán ser autosustentables en cuanto al aprovechamiento de la energía solar, eólica e hidráulica. Lo más importante, sostiene, es que todo habitante de la tierra pueda tener su propio hogar donde satisfacer sus sueños.

Por Gabriela Koolen, Sábado 9 de diciembre de 2017
Publicado en el suplemento Propiedades & Countries del diario LA NACION