Rosario y los efectos de su expansión

Asomarse al mundo tiene sus complicaciones. En una semana algunos acontecimientos festivos y otros dramáticos, todos de gran impacto internacional, no pasaron inadvertidos en ninguna parte. Los temas políticos y económicos se entrelazan y se enfrentan; lo bueno y lo malo, todo es materia de análisis.

Y así como el interés de las sociedades globalizadas están atentas a lo que sucede en otros países y continentes, también es enriquecedor asomarse a otras geografías y economías de la Argentina, que se destacan por su capacidad de generar cambios interesantes y de competir en mercados dinámicos y productivos.

Un ejemplo es Rosario, una ciudad que desde hace décadas se ha destacado -entre otras- por sus virtudes agrícolas, con resultados eficientes y más que satisfactorios. Pero de esa Chicago argentina, que sigue hoy generando alto rendimiento en sus cosechas se observa un salto conceptual en tanto la ciudad afianza la llegada de capitales para la construcción de residencias como de oficinas y de proyectos mixtos, modernos y funcionales a las necesidades de esta época, que progresivamente están transformando esta ciudad, distante de Buenos Aires a sólo 320 kilómetros.

El cambio más evidente no surgió de un día para otro, sino que se ha advertido con fuerza en esta última década. Así a su empuje y potencial se suman, bordeando el Paraná, propuestas imponentes y otras que juegan en armonía buscando en su conjunto la convivencia necesaria entre lo antiguo y lo nuevo, como las dos caras de un fenómeno que de ninguna manera olvida su historia, su cultura, su vida social y su estilo.

La Nacion hoy publica un suplemento especial Propiedades Rosario, donde se refleja en parte la fuerte expansión del sector inmobiliario en todos sus segmentos, como también un análisis sobre los beneficios del campo, la vitalidad del puerto y la magnífica forestación de las urbanizaciones que rodean la ciudad.

Rosario siempre estuvo cerca suena en una de las estrofas de una canción de Fito Páez… Ahora un poco más.
Adriana B. Anzillotti, 7 de abril de 2011
Publicado por La Nación