Las claves para venderle a un millennial

Es una generación que busca departamentos pequeños en proyectos con amplias áreas comunes para sociabilizar; qué tener en cuenta para que una unidad de 30 metros cuadrados sea confortable.

El diseño y la arquitectura viven una revolución. Ahora deben aggionarse para suplir las necesidades de un público que está transformando al mundo inmobiliario. Se trata de los millennials, jóvenes de entre 20 a 35 años que cambiaron la forma de vivir y habitar. Las investigaciones sustentan por qué este segmento es un “blanco” clave para los desarrolladores. Según datos de Gallup, el 64 por ciento de los jóvenes no se encuentra en relación de pareja. Las tasas de matrimonio disminuyeron hasta un 10 por ciento en la década pasada -mientras estas disminuyen, las parejas sin formalizar aumentaron del 7 por ciento al 13 por ciento-. Además, los jóvenes solteros han crecido drásticamente el nivel de convivencia con “compañeros de cuarto”. Un fenómeno que da la pauta del avance de un estilo de vida diferente: colaborativo y comunitario. La forma de estudiar, trabajar, viajar y vivir está cambiando drásticamente. Para el 2020 se espera que el 40 por ciento del trabajo sea freelance y remoto.

Al entrar a un departamento habitado por un joven de esa generación se puede trazar con facilidad el perfil de quien vive allí. Adictos a la tecnología, preocupados por la cultura ambiental y ecológica, críticos y exigentes en el diseño y en muchos casos promotores del home office. “La innovación y la originalidad son valores que esa generación busca en los proyectos. Esto lo contemplamos ofreciendo diseños que se adapten a las necesidades de los usuarios. Hoy es importante que las propuestas sean armónicas, que se integren con el paisaje, que exploten la luz natural y que estén al servicio de las necesidades de quienes van a habitar el espacio”, sostuvo Sebastián Friedman, socio de la desarrolladora BrodyFriedman.

Las opciones que hay en el mercado evidencian importantes diferencias con las viviendas tradicionales. Por empezar, los ambientes y sus usos son distintos, pero también lo son el diseño y sus artefactos. “La eficiencia en el uso de los espacios, donde en el lugar que habitan sucedan muchas cosas distintas en diferentes momentos del día conlleva a que se articulen de una manera mucho más fluida que en las casas tradicionales”, analizó Laura Romanello, especialista en arquitectura sustentable. ¿Cómo se grafica esto? Los millennials buscan ambientes integrados que permitan, según sus necesidades, abrir o separar las áreas sociales y privadas. “Es un segmento que busca emprendimientos con unidades de 30 metros cuadrados sin portería en los que las expensas ronden los $1200. Además los halls suelen estar decorados en línea con esa generación con grafitis y bibliotecas con adornos “, explicó el desarrollador German Lejtman, quien avanza con tres proyectos sobre la calle Bauness con oferta que unidades que van desde los 23 metros cuadrados hasta los 43 y unidades de 3 ambientes de 54 metros cuadrados – que se venden en pozo a US$2300/m2 y a US$3000/m2 terminados-. “No importan tanto los metros cuadrados sino como se puede armar un mobiliario adecuado para aprovechar los ambientes al máximo”, agregó Diego Lejtman, su socio. En otras palabras, cada espacio es estudiado y optimizado, cada lugar tiene una función. “El departamento pasa a ser un espacio activo, en donde su perímetro se encuentra en constante movimiento, al permitir modificar sus muebles cambiando el uso con distintos programas”, detalló la arquitecta interiorista Evangelina Calzetta. La especialista baja a tierra el concepto: son unidades con cocinas integradas con barras que resuelven doble función, una cena con amigos o largas horas de trabajo con alguna notebook, divisiones en madera iluminadas que dividen un dormitorio de un estar, contienen la TV Led cuyo giro permite ser visto de ambos lugares. ” El uso de colores cálidos, grandes ventanales, algún grafiti en blanco negro y la iluminación puntual. Todo ayuda a crear una atmósfera, que nos transporta al Soho Neyorkino, o nos referencia a nuestro porteño Palermo”, agregó Calzetta.

Pero hay aún más detalles, que no son un tema menor en época de fuertes aumentos. “La iluminación natural, la artificial eficiente y los sistemas constructivos que reducen el consumo de energía son muy importantes para esta generación, ya que les permitirá mantener la vivienda a muy bajo costo. Lo mismo ocurre con los artefactos sanitarios, como la doble descarga en inodoros, las griferías de bajo consumo o el reúso de agua de lluvias”, agregó Romanello.

Estos espacios proponen diseños funcionales y equilibrados Fuente: LA NACION - Crédito: Mauro Alfieri

El mobiliario también debió adaptarse a estos cambios. Deben ser: fácil de transportar, livianos, plegables y multifuncionales. Porque donde se trabaja, se come, se está con amigos y se recibe clientes. Una mesa funciona como escritorio y como desayunador. Puertas corredizas agrandan u ocultan ambientes. La mutación de los espacios es fundamental. Pero además, las viviendas deben adecuarse a las nuevas tecnologías. Por eso, los enchufes que se colocan cuentan con USB para conectar los dispositivos. Computadoras, Ipad y celulares, todo se carga a la vez. Y para que no sea un caos de cables ya se están aplicando dispositivos de recarga inalámbrica. En muchos casos, la hiperconexión los lleva a transformar sus casas en viviendas inteligentes, priorizándolo incluso para arriba de otros aspectos como la cantidad de metros cuadrados. ” Es una generación que busca que el celular funcione como control centralizado para prender o apagar luces, el aire acondicionado, la calefacción, bajar cortinas o distribuir sonido”, explicó Federico Namino, director de BrokenMind, la empresa que se dedica a hacer de los hogares un lugar inteligente. Para lograrlo, el ejecutivo explica que el presupuesto varía entre los US$2500 y los US$8000, si la intención es que todo sea tecnológico -esto es desde alarmas, televisores que se prenden solos para simular presencia, cámaras y la posibilidad de recibir mensajes de texto de alerta ante alguna sospecha de robo- .

Los amenities y las áreas para socializar son también característicos de este segmento. También las terrazas verdes y la sustentabilidad. Friedman ejemplifica con su proyecto Quo Quesada, en donde se incluyeron cinco bicicletas de uso común para los propietarios del edificio, e incluso regalaron un casco para cada integrante de la familia al momento de entregar la unidad. Otro caso dirigido a este segmento es el de la desarrolladora Casa Campos que incluye en sus proyectos, un lounge que funcionará como living para el encuentro de los vecinos, y una sala especialmente diseñada para la práctica de yoga.

De la mano de esta generación crece la cultura del coliving. Un concepto simple pero que apunta a revolucionar el mercado de los ladrillos. En el tercer milenio, la gente busca encontrarse, superar el aislamiento que genera la tecnología. Así, surgen nuevos espacios que favorecen la interacción, la formación de grupos no solo para trabajar sino también para compartir experiencias sociales de todo tipo. Son emprendimientos pensados para propiciar la formación de verdaderas “comunidades” de residentes que interactúan en diversos ámbitos: combinan la intimidad de la vida privada y las áreas comunes en las que se puede interactuar con otros. “Se da especial importancia al diseño, a contar con tecnología de última generación, a convivir armoniosamente con el medio ambiente, ahorrar energía y promover la sustentabilidad en diferentes aspectos”, analizó Fahad Siddiqi, uno de los creadores del concepto de co living en el mundo luego de crear The Collective y presidente de Casa Campus, la desarrolladora tiene tres proyectos en construcción y cuatro operando. Todos ubicados en áreas cercanas a las universidades

“Los millennials buscan vivir en un lugar con mucho valor agregado donde le resuelvan todo, así ponen su foco de atención en la actividad que desarrollan, sea estudiar o trabajar y no tienen que pensar en otra cosa, hoy viven mucho en comunidad, están acostumbrados a sociabilizar”, explicó Siddiqi, quien añadió que se trata de una generación con conciencia de que el tiempo es un recurso escaso. “Por eso además del acceso a la comunidad armamos proyectos en áreas que les permitan ganar tiempo”, explicó. El empresario apostó a un modelo de negocio que apunta al modelo minorista que desea adquirir una unidad para que luego sea explotada como residencia universitaria o co living.

En los emprendimientos planteados para este segmento, los espacios comunes no contemplan solo el microcine, la piscina o el gimnasio. La clave pasa por crear otros ámbitos de encuentro valorados como por ejemplo una gran cocina súper equipada y comedores cool que invitan también a encontrarse para compartir alguna comida. Un dato curioso es que los proyectos de Casa Campus cuentan con un curador de eventos o community manager que organiza desde partidos de fútbol, clases de gimnasia, de yoga, de cocina hasta charlas sobre nutrición, entre otras opciones. Las actividades se comunican a través de una app. Este modelo de vivienda en comunidad también ofrece herramientas que evitan muchas de las responsabilidades asociadas a la vivienda propia. “Ante cualquier problema, como por ejemplo ver algo del edificio que se ha roto, basta con sacarle un foto y subirla a la app para que se ocupe la gente de mantenimiento”, resumió Siddiqui.

Tal es el avance de la tendencia que en la edición del año pasado de Casa Foa se desarrolló un “espacio multifunción para un millennial”, el proyecto del estudio de arquitectura Platz que ganó la Beca de Arquitectura y Diseño de Interior de la muestra. Se trataba de un espacio único de 37 metros cuadrados con estructuras móviles que separan a la cama del resto del espacio a la hora de dormir y que incluso cerraban el baño con la opción de dejarlo integrado cuando no estaba en uso.

A las nuevas formas de vida se suma el efecto que genera el incremento de precios en las propiedades y los costos de vida que impactan en los principales centros urbanos. Una realidad que dificulta la posibilidad que tienen los jóvenes de acceder a una vivienda propia y de la que los desarrolladores se están ocupando.

Por Andrea Glikman, Sábado 16 de junio de 2018
Publicado en el suplemento Propiedades & Countries del diario LA NACION