Real State 2011: Perspectivas económicas para el Año Nuevo

La Argentina enfrenta un 2011 muy especial. Por un lado, los buenos precios de las commodities y la liquidez internacional son factores muy favorables para la economía argentina. Adicionalmente, la salida del default, el posible acuerdo con el Club de París, la incorporación del FMI como asesor para la elaboración de un IPC nacional y el canje del remanente de los bonos Brady resultan buenas noticias que pueden abrir puertas al financiamiento genuino de proyectos de inversión. Sin embargo, esto se da en un ambiente en el que la economía muestra señales de desaceleración, con un ambiente político muy volátil, un elevado gasto público y una inflación creciente. Por eso esperamos que en 2011 la economía crezca un 3% anual, empujada por la industria y la construcción, pero con riesgo de una aceleración inflacionaria.

De acuerdo con el IGA que producimos en OJF y el EMAE del Indec, el crecimiento económico está mostrando señales de desaceleración. En parte esto se debe a que se está agotando el efecto rebote tras la recesión de 2009. Sin embargo, también comienza a observarse que los cuellos de botella en los sectores energético e industrial le ponen un techo a la capacidad de crecimiento de la economía. En el caso de los segundos, empiezan a ser un limitante bastante serio en algunos rubros. Por ejemplo, el sector automotor ya alcanzó una capacidad utilizada del 84,2%, que es la más alta de la década, por lo que es de esperar cierta desaceleración. Los sectores inmobiliario y de la construcción seguirán creciendo, pero pueden mostrar cierta desaceleración en lo que se refiere a operaciones con el sector privado, y la obra pública definitivamente tiende a acelerarse debido a las elecciones presidenciales. De hecho, durante 2011 se espera una expansión de ésta superior al 40% anual.

Para el sector inmobiliario, 2011 también será un año de crecimiento, aunque no tan fuerte como 2010. Las viviendas se han convertido en un instrumento de bajo riesgo para encauzar el ahorro interno. Esta característica será especialmente atractiva en el próximo año, cuando el crecimiento económico, los altos precios de las commodities y las bajas tasas reales de interés se combinen con un escenario de incertidumbre política y alta inflación. Por eso esperamos que durante 2011 se firmen unas 64.800 escrituras en la Capital Federal. Esto implica más de un 6% de crecimiento respecto de 2010. La producción agrícola también tiende a desacelerarse. En gran medida, esto se debe a que el fuerte crecimiento de la cosecha de 2010 fue más que nada un efecto estadístico, aunque no se puede negar que el clima ayudó bastante. En efecto, si bien en 2010 el PIB agropecuario crecería 30% interanual, la mayor parte de esa cifra se debe al efecto recuperación tras la sequía de 2009. De hecho, la producción agrícola está casi en los mismos niveles que en 2007. Para 2011 se especula que el clima podría empeorar por La Niña, pero también se espera que los altos precios agrícolas incentiven la producción, con lo cual el resultado podría ser mixto. Lo que sí queda claro es que no se va a repetir el crecimiento agropecuario de este año.

Sin embargo, el elevado gasto público y el exceso de liquidez han recalentado la demanda agregada y, por lo tanto, las restricciones al crecimiento están del lado de la oferta; es decir de la capacidad de producción que presenta la economía. Si tenemos en cuenta que en un año electoral es probable que el gasto público continúe expandiéndose, al tiempo que la oferta de productos y servicios sufra ciertas restricciones, con todo esto existe el riesgo de un crecimiento de la inflación. Y si se le suma la volatilidad del escenario político y la desaceleración de la economía también es probable que haya cierto aumento de la salida de capitales, sobre todo si se tiene en cuenta que el dólar se vuelve más barato por efecto de la inflación. En síntesis, esperamos un año positivo en materia de crecimiento, aunque éste sea más bien moderado. El mayor riesgo proviene de una aceleración en la inflación, producto de un excesivo crecimiento del gasto público. No obstante, esperamos que la balanza comercial continúe siendo superavitaria y que los precios de las commodities se mantengan elevados.

Fausto Spotorno, 31 de diciembre de 2010.
Publicado por La Nación.