Las unidades micro irrumpen en el mercado

Los altos costos alientan el desarrollo de espacios de 20 metros cuadrados, que se adaptan según su uso; la inversión en el mobiliario es clave.

Muebles divisores, mesas con ruedas y camas rebatibles son aliados en lugares con pocos metros. Foto: Patricio Pidal

El tiempo produce cambios sociales y culturales que se traducen en nuevos tipos de estilos constructivos que, sin duda, contemplan diferentes paradigmas inmobiliarios. En la Argentina, al igual que en el resto del mundo, en los últimos años se comenzaron a construir edificios conformados por minidepartamentos, con superficies que van de 20 a 34 metros cuadrados y que principalmente están destinados a los millennials, jóvenes profesionales e inversores.

Algunos desarrolladores llaman a estos proyectos transformers por su capacidad de adaptación a las distintas necesidades. “Cuando un monoambiente es diseñado con flexibilidad multiplica sus metros cuadrados y sus posibilidades. Este tipo de desarrollos -muy buscados por los freelos- intentan resolver en un mismo espacio dos necesidades: vivir y trabajar”, explica Néstor Curland, uno de los socios de Zentrum Developers.

Las unidades suelen tener diseños de interiores inteligentes donde la premisa es la flexibilidad. “Actualmente en Santos Dumont ofrecemos unidades amuebladas que permite adaptar el espacio según su uso: oficina de día y hogar de noche. Para ello apelamos, por ejemplo, a una pared con una cama que aparece sólo cuando se la requiere, y cuando no, amplía el ambiente y lo integra al resto. Los espacios de guardado también se fusionan con la estructura pasando totalmente desapercibidos. En síntesis, nuestro objetivo es la generación de más vida por metro cuadrado”, dice Curland. Y agrega: “El promedio de alquiler de un monoambiente de un edificio como Santos Dumont ronda los $ 8000, mientras que para la venta se ofrecen en US$ 100.000. La inversión en el mobiliario que maximiza los metros del departamento ronda los US$ 8000, aunque varía según los detalles de terminación que prefiera el propietario”.

Este tipo de propuestas de microunidades debe contar con buenos amenities que ofrezcan lo que estos departamentos no cuentan, como espacios para reuniones, laundry y sector de parrillas, entre otros.

Otro modelo similar es el que ofrece la empresa Predial. “Los microdepartamentos no son algo que inventamos acá. Surgieron en Japón y nosotros los patentamos y trajimos a la Argentina. En las principales ciudades del mundo el metro cuadrado es cada vez más prohibitivo. De ahí surgen estas unidades, que cambian de raíz el concepto tradicional”, cuenta Pablo Brodsky, director Comercial de la desarrolladora. Y amplía: “Se trata de espacios de 20 m2, totalmente equipados con muebles hechos a medida, dinámicos y pensados para cada tipo de vivienda. La cama, por ejemplo, no ocupa espacio, porque es rebatible, y la mesa viene con rueditas y puede utilizarse tanto como escritorio como para comer. Además, ofrecemos en los espacios comunes, sector de sillones, mesas para estudiar o trabajar, sala de cine, bicicletas comunitarias, jacuzzi o quincho, áreas que complementan estos espacios”.

En breve la compañía está por lanzar su primer edificio de microdepartamentos en Neuquén capital.

Los diseñadores de muebles también se sumaron a esta tendencia. Una de las más soprendentes novedades es la “Cama escritorio” -que fue presentada en Casa FOA 2016-, una pieza versátil, funcional y flexible. La versión original está realizada en una cama de una plaza y tiene un costo que ronda los $ 50.000. El diseño reservado para la cama puede ser personificado por el usuario y contar con un espacio de guardado de almohadas y mantas. Por su sistema de estabilidad, los objetos que se encuentran en el escritorio pueden quedar en la misma posición al transformarse en cama. “El producto propone una solución para espacios reducidos, una realidad cada vez más habitual en el mundo actual”, explica Marcela Rodríguez, directora del estudio PQR.

También pensados para dividir ambientes pequeños y funcionales son los muebles de Fiplasto, una marca que está realizando modulares o bibliotecas con el fin de generar espacios útiles y cálidos. “Buscamos crear ambientes armoniosos, adaptando el lugar, generando que visiblemente se vea más amplio y organizado. Los muebles pueden tener o no fondo dependiendo de la luminosidad del lugar”, comentan desde la compañía.

Desde las marcas de electrodomésticos también se generaron productos acordes para unidades pequeñas que suelen ser ocupadas por jóvenes. Por ejemplo, la firma BGH lanzó al mercado una serie de electrodomésticos pensados con mentalidad verde y con la idea de colaborar con el ahorro no sólo de energía sino también económico. Tal es el caso del anafe vitrocerámico, que propone una reducción de hasta el 50 por ciento del consumo . “Otro electrodoméstico para aquellos que empiezan a equipar su primera casa es el aire acondicionado Silent Air con tecnología inverter, que significa un ahorro de energía de más del 35 por ciento en comparación con otros splits tradicionales con compresores on-off. Además, cuenta con tecnología smart control 2.0, que permite controlar el equipo mediante una app, algo muy buscado por los millennials”, relata Sebastián Zimmerman, gerente del negocio aire acondicionado individual de la firma.

De esta forma, paso a paso, el mercado sigue atravesando su proceso de metamorfosis.

Por Leandro Murciego, Sábado 1 de abril de 2017
Publicado en el suplemento Propiedades & Countries del diario LA NACION

Cómo construir unidades funcionales en pocos metros

El 30 por ciento de los departamentos de la Capital son para gente que vive sola; los desafíos que plantean los espacios chicos para la arquitectura.

Un espacio puede ser un lugar para dormir y para socializar

Pasados los 20, muchos jóvenes quieren “volar del nido” y comienzan a materializar el sueño de la casa propia a partir de los créditos hipotecarios que ofrecen algunos bancos o incluso el Gobierno, con el plan Procrear. Los departamentos son la opción elegida por sobre las casas y la prioridad no es su tamaño, sino su ubicación: si queda cerca del trabajo o en una de las zonas tendencia de Buenos Aires, mucho mejor.

La tendencia al diseño de viviendas mínimas crece en el mundo y plantea desafíos a la arquitectura. Desde Japón, Nueva York o Bombay, y con diferentes motivaciones que en algunos casos tienen que ver con la escasez de suelo y de espacio, en otros -como en la Argentina- de recursos, o con una combinación de ambos, surgen alternativas de minidepartamentos. En el país, comienzan a aparecer propuestas que apuntan a quienes desean acceder a su primer departamento o inversión.

El tema excede las formalidades de diseño y encuentra una raigambre socio-cultural que abarca nuevos hábitos y necesidades. El arquitecto Augusto Penedo, presidente del Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo (CPAU), analiza el contexto y toma datos del último censo porteño, que afirma que en la actualidad el 30 por ciento de las viviendas en la ciudad de Buenos Aires son para gente que vive sola, mientras que hace veinte años este porcentaje era sólo del 22,4 por ciento. Las estructuras familiares también van cambiando, y cada vez son más las familias monoparentales, lo que también modifica el tipo de vivienda y los modos de habitarla. Además, las condiciones de vida en las grandes ciudades y su cercanía a los servicios, por ejemplo, marcan un crecimiento en estas, y llevan a que cada vez más gente desee vivir allí. En un mundo en el que todo cambia en forma permanente, las unidades residenciales también se amoldan a las necesidades sociales.

“Si lo que tengo es escasez de recursos para comprar una unidad de vivienda en la ciudad, hay que encontrar la manera de resolver el problema y encarar una solución: ¿Cómo puedo hacer proyectos interesantes con superficies mínimas y accesibles económicamente a una franja importante de la población que quiere ser urbana? Hoy en el Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo estamos trabajando y debatiendo sobre estos temas”, afirma Penedo.

Al hablar de diseño, el presidente del CPAU señala que algunas de las claves para hacer más eficientes los metros están en el diseño de la planta y en la apuesta a la flexibilidad a través de un mobiliario rebatible y transformable. Destaca que ya desde los años cuarenta existen algunos ejemplos de viviendas mínimas en Buenos Aires, en los que adquieren importancia los espacios comunes de uso colectivo: salones de uso múltiple, a veces con parrilla y lavadero común, terrazas para expansión común y hasta piscinas.

En búsqueda del equilibrio

Para el arquitecto español Francesc Penades -titular del Estudio BaBO junto con arquitecto argentino Francisco Kocourek y la arquitecta noruega Marit Haugen Stabell- a la hora de hablar de vivienda mínima es necesario un análisis profundo que tenga en cuenta las diferentes aristas de la cuestión. Propone pensar en términos de volumen y no sólo de superficie para definir este tipo de viviendas y destaca la importancia de precisar bien para quién se piensa y por cuánto tiempo, además de cómo se implementa y gestiona: “Es obvio que resulta difícil pensar en una vivienda de calidad de 30 metros cuadrados para una familia compuesta por pareja, hijos, suegros y perro. También resulta extraño pensar en un departamento de 550 metros cuadrados para una sola persona. Treinta metros cúbicos bien proyectados pueden resultar una vivienda temporal dignísima y accesible para un estudiante joven, en régimen de alquiler y gestionado por una entidad pública, pero es una pésima idea permitir que los desarrolladores privados llenen la ciudad con un mismo tipo anodino de departamento de pocos metros cuadrados”, afirma, y hace hincapié en la importancia del Estado para incentivar políticas innovadoras de vivienda.

Penades también plantea la necesidad de reelaborar reflexiones sobre los modos de habitar actuales, ya que han sufrido modificaciones a lo largo de los años. Los cambios llevan a pensar en términos de temporalidad, adaptación, flexibilización e indefinición: un espacio puede ser un lugar para dormir, pero también un lugar dónde comer, hablar, estar o estudiar, por lo que para este arquitecto es necesario huir de las estructuras jerarquizadas.

“Desde lo constructivo es necesario pensar sistemas que permitan y enriquezcan la flexibilidad, que sean perfectibles, esto es, mejorables con el tiempo. Obviamente si hablamos de metrajes pequeños hay que pensar también en la centralización de servicios y en la optimización de recursos. Y en su posible crecimiento a medida que aumenten las necesidades de espacio de los habitantes. Considerar también los espacios intermedios como balcones, galerías o patios que garantizan iluminación y ventilación, y los espacios comunes, susceptibles de ser compartidos -el especialista no se refiere específicamente al típico salón de usos múltiples-y que permiten cierta interacción social entre vecinos”, analiza el arquitecto.

Esta tendencia está en línea con un concepto que avanza: el coliving. Un concepto que plantea la necesidad de la gente a encontrarse, superar el aislamiento que genera la tecnología. Son espacios que favorecen la interacción, la formación de grupos no sólo para trabajar sino también para compartir experiencias sociales de todo tipo. Son emprendimientos pensados para propiciar la formación de verdaderas “comunidades” de residentes que interactúan en diversos ámbitos.

Por Gabriela Koolen, Sábado 1 de abril de 2017
Publicado en el suplemento Propiedades & Countries del diario LA NACION

Unidades a medida de los compradores

Existen más de 20 “modelos de nucleamiento familar” y los desarrolladores exploran nuevos nichos de negocios; arman proyectos customizados diseñados por quienes los habitarán.

Cada unidad lleva el proyecto de sus dueños

La tendencia a customizar está presente en diferentes ámbitos de la vida cotidiana. No debería extrañar entonces que los emprendimientos de vivienda vayan también en esta dirección. El arquitecto Darío López, director del estudio de arquitectura y desarrollo inmobiliario Arquitectonika, cuenta su experiencia con PH Jaramillo, un edificio personalizado en el que cada departamento lleva el sello de quienes lo habitan. El emprendimiento surgió a partir del encargo de unos clientes que convocó al estudio para gestionar la compra del terreno, proyecto y dirección de obra de un edificio de cinco pisos con departamentos en los que vivirían diferentes miembros de la familia. El proyecto significó un cambio de concepto en los modos de trabajar, ya que generalmente los inmuebles se hacen para los inversores, no para el usuario final. Además, la novedad era que todos querían participar en las decisiones referidas a sus departamentos, lo que derivó en un programa de necesidades adaptado a diferentes modos de vida.

Cada unidad tiene la misma cantidad de metros cuadrados, pero las diferencias se hicieron notar en los revestimientos, el amoblamiento de cocina o el volumen de los placares, hasta en la disposición y la cantidad de ambientes: uno de los departamentos, por ejemplo, cuenta con una cocina tradicional cerrada, mientras que otro, en el que vive una familia con hijos pequeños tiene una moderna cocina integrada. “En el caso del departamento para la pareja con chicos, en vez de dos dormitorios grandes, de cinco por cuatro, nos pidieron dormitorios anexados. Hicimos un dormitorio de diez por cinco para los dos chicos que tiene doble ventilación, es como un loft y está todo preparado para dividirlo por la mitad en el futuro y que queden dos dormitorios de cinco metros por cuatro”, detalla el arquitecto. Además, se construyeron dos monoambientes y un dúplex, que la familia decidió vender.

López explica que se trató de una experiencia que refleja la moda que crece en Buenos Aires y en las grandes ciudades, donde la gente busca cada vez unidades más personalizadas. “Cambiaron complemente las necesidades en muy pocos años, y la tendencia hoy es a la flexibilidad en los modos de uso. Generalmente en los edificios la rentabilidad de los desarrolladores e inversores aumenta cuanto más estandarizás. En este caso ellos eran propietarios y usuarios finales que habían recorrido toda la zona y no habían encontrado ningún edificio. Por eso decidieron salir a construir su propio lugar. Finalmente, no sólo les salió más barato que comprar un departamento nuevo a estrenar terminado, porque lo hicieron al costo, sino que además lo hicieron a su gusto”, sintetiza una ecuación que resultó bien para todos, y se convirtió en el puntapié que empujó al estudio a lanzarse a nuevas experiencias similares en otras zonas.

“¿De qué manera se pueden pensar las viviendas en la primera cuarta parte del siglo XXI? Hoy no se puede circunscribir en un modelo estático. La vivienda tiene que acompañar al crecimiento familiar, el decrecimiento y también a los impactos de la tecnologías y los cambios en la vida de las personas. Se han producido muchísimas modificaciones en la familia a lo largo de los últimos años, al punto de que hoy hay 27 modelos de nucleamiento familar. Todo eso abre un nicho, pero también saca de juego el modelo de vivienda para la familia tipo ¿Cuál es la vivienda “tipo” que hay que hacer? ¿De qué manera la arquitectura va a acompañar todos estos cambios en los modos de habitar?”, se pregunta, con visión a futuro, Daniel Silberfaden, al frente del estudio que lleva su nombre. Su rol como decano de la facultad de arquitectura de la Universidad de Palermo le permite combinar su trabajo en el estudio con tareas de investigación en contacto con las últimas tendencias.

Cuando Julián Aróstegui, un antiguo cliente del estudio que había comprado una fábrica de productos prefabricados para la construcción le encargó a Silberfaden hacer viviendas unifamiliares, esas inquietudes se canalizaron y dieron nacimiento al concurso Una Casa. El certamen abrió la propuesta y convocó a sesenta estudios a generar proyectos de viviendas que respondieran las nuevas realidades: desjerarquizar la vivienda, flexibilizarla y lograr que se adapte a los cambios de manera eficiente.

El resultado del certamen fueron cinco trabajos ganadores pertenecientes a los estudios: AtoT, BAAG, BaBO, Carballo Errasti Arquitectos y STC. Estos fueron contratados para realizar el proyecto y supervisar los prototipos que se están construyendo actualmente, hasta el ajuste de todas sus piezas. A partir de allí, la idea es comenzar con una producción en serie con viviendas que puedan comercializarse en shoppings y supermercados.

Prima Casa, el prototipo que diseñó el propio estudio Silberfaden, consiste en dos módulos de 25 metros cuadrados con cocina, estar y comedor, con una doble apertura y espacialidad, a los que se le pueden acoplar otros 25 metros cuadrados. Silberfaden destaca que se trata de una casa increíblemente bien aislada y con una estética de diseño. El material fundante son vainas de pvc que se rellenan de hormigón. Cada vaina viene con una plancha de aislante térmico y se van acoplando como capas de madera mediante un sistema de macho- hembra. La idea es que la casa se pueda customizar, y se trata de arrancar con un núcleo pequeño, que se pueda adquirir por aproximadamente 15.000 dólares.

El arquitecto hace una analogía con la industria automotriz para explicar la importancia de empezar a pensar nuevas formas de construcción que solucionen de manera más eficaz el tema de la vivienda evitando el desperdicio y abaratando costos. “Los arquitectos tenemos que hacer casas que la gente pueda comprar, y eso está fallando. En la industria automotriz, por ejemplo, se prueban los productos, y todos los años se incorporan tecnologías para que cada modelo supere al anterior en general, mientras que la industria de la construcción sigue igual desde hace cincuenta años. Este tipo de viviendas tiene un tiempo mucho menor de construcción, que puede ser de tres meses por ejemplo, y eso abarata los costos. Además, como se trabaja con un prototipo y se realizan pruebas, la precisión es mayor y disminuye el margen de error”, dice Silberfaden, para quien este tipo de viviendas es sólo una solución posible a la cuestión.

“El quehacer del arquitecto ha cambiado. Creo que la tendencia en viviendas es hacia espacios más móviles y flexibles, casas con múltiples posibilidades de crecimiento, que fluctúen en función de los hábitos de sus habitantes”, dice Agustín Moscato, del estudio AToT, uno de los ganadores del concurso Una Casa.

El proyecto que resultó elegido, cuenta Moscato, incluyó diferentes conceptos presentes en otros trabajos del estudio en viviendas, como una lógica de diseño flexible que permite que la casa incorpore tecnologías y pueda ir adaptándose. Los materiales también tienen un enfoque original: una de las novedades de la casa de AToT es que se utilizaron paneles frigoríficos. El arquitecto revela que se trata de un material que vale un 40 % de lo que cuesta el ladrillo y aísla el doble. Se trata, dice, de empezar a cambiar la mirada y encontrar soluciones diferentes a cuestiones que interesan a todos.

Por Gabriela Koolen, Sábado 18 de febrero de 2017
Publicado en el suplemento Propiedades & Countries del diario LA NACION

Unidades personalizadas

Actualmente los edificios se entregan en muchos casos sin terminaciones, con el fin de abaratar los costos

El mercado de las propiedades se renueva constantemente tratando no sólo de dar respuesta a la demanda sino que intenta adaptarse al presente económico y comercial que vive el sector. Una de las nuevas tendencias que proponen los desarrolladores en los últimos tiempos para la clase media es la posibilidad de entregar a los flamantes propietarios las unidades sin las llamadas terminaciones -con el fin de abaratar costos- o bien se ofrecen plantas flexibles dando lugar a que cada comprador pueda armar su departamento según sus necesidades concibiendo así, las nuevas y variadas tipologías.

Para Francisco Altgelt, vicepresidente de Altgelt Negocios Inmobiliarios, cada vez es más difícil . “Hoy es muy complicado ofrecer un proyecto al comprador que responde a la denominada clase media. Dado que los desarrolladores tienen que hacer un equilibrio entre el inmueble que ofrecen y el precio que pueden pagar los compradores de ese perfil socio-económico. Sobre todo considerando que la incidencia de la tierra es cada vez más cara”, sostuvo el player.

Altgelt sostuvo que cada vez es más común que los proyectos sean entregados sin las tan mentadas terminaciones. “Generalmente los edificios a estrenar se entregan sin ellas (excepto la cocina y el baño). Aunque, existen desarrolladoras que dan la opción de elegir ciertas terminaciones durante el proceso de construcción del edificio. El beneficio para el inversor es que puede sumarse a un pool de interesados y, en consecuencia, pagar un precio menor por las terminaciones”, comentó Altgelt.

Darío López, socio de la desarrolladora Arquitectonika, presenta esta realidad del mercado con una visión diferente: más marketinera y comercial. “Hoy se entregan las viviendas terminadas con opcionales para que los compradores puedan personalizar sus viviendas.” Y agregó: “Entregar los departamentos sin terminaciones ayuda al desarrollador a vender a precios más bajos y a dejar en el comprador la decisión a completar el inmueble a su gusto. Es posible que no todos los inversores coincidan con el gusto en la terminaciones, y no es conveniente que sea un impedimento para la comercialización”.

Con o sin gas

Los distintos referentes consultados coinciden en que cada vez es más inusual encontrar edificios equipados con tuberías de gas. “Existe una tendencia de hacer edificios totalmente eléctricos con agua caliente central por caldera, pero en los últimos años el comprador comenzó a priorizar las cocinas a gas por una cuestión de costos y para evitar inconvenientes en situaciones de cortes de suministro eléctrico. Es decir entre un edificio con cocina a gas y otro eléctrica la gente va elegir el gas”, explicó Diego Migliorisi, socio de Migliorisi Propiedades.

Martín Fabiani, gerente comercial de Ayres Desarrollos, mostró una visión diferente de esta realidad: “Actualmente en la mayoría de los complejos se ofrecen cocinas eléctricas. Esto se debe a que la mayor parte de nuestros inversores y clientes, por razones sustentables, económicas y de seguridad, están dejando de lado a las viejas cocinas a gas”.

Para Migliorisi, las terminaciones y la calidad de los materiales son unos de los factores más importantes a la hora de definir la compra. “Hoy el mercado está competitivo y exigente, la gente recorre mucho y compara antes de elegir, aumentando la competitividad”, sostuvo el broker. Y amplió: “Entre las cosas que la gente hace más hace hincapié se destacan los muebles de cocina , tipo de pisos (porcelanato/madera), aberturas, calefacción y refrigeración. Sin duda estas son algunas de las variantes principales que se toman en cuenta al momento de definir una transacción. Un párrafo aparte merecen los espacios denominados espacios comunes como el hall de entrada o los palieres, estos también suelen ser muy mirados por la gente a la hora de realizar la evaluación final”.

Según Fabiani, algo en lo que actualmente todos coinciden, es que las unidades que se entregan para la posesión ofrecen la instalación preparada para la futura colocación de equipos de aire acondicionado frío-calor tipo Split (por cuenta de los propietarios). “Obviamente que también se incluye: la cañería entre unidad interior y exterior, red de condensado y alimentación eléctrica”, dijo el gerente de Ayres Desarrollos.

López aporta un número más concreto: “Sin terminaciones los valores bajan en un 10% aproximadamente dependiendo de la calidad de los materiales elegidos. Entre los más costosos están: pisos de madera o porcelanato, los interiores de roperos y los aires acondicionados”.

Los desarrolladores sostienen en que según la elección de los materiales destinados a las terminaciones se puede maximizar la ganancia. Entre una buena terminación y una muy estándar existe una gran diferencia económica, la cual puede variar entre un 18 y un 5% del costo total de la obra.

Hacia abajo

Ante el dificultoso escenario inmobiliario los emprendedores parecen haber agudizado su ingenio y comenzaron a ofrecer una alternativa que hasta el momento sólo se brindaba en los inmuebles comerciales: las plantas flexibles. “Actualmente se ofrece algo novedoso para aquellos que buscan adquirir un departamento, tal es el caso de Green Point Arcos (ubicado en Arcos al 2900), este edificio que aún no inició su construcción y que está pensado para el público joven contará con 8 unidades flexibles, configurable en 1, 2 o 3 ambientes, en 2 bloques de 4 pisos separados por un amplio y luminoso patio urbano. Cada unidad podrá disponer de hasta 2 dormitorios, 2 baños (uno en suite) balcón, lavadero individual, y cocheras con espacio para guardar bicicletas. Los últimos pisos tendrán terraza propia y SUM para distintos eventos”, explicó Juan Ignacio Mel, responsable de ventas de Mel Propiedades.

En los departamentos para la clase media el valor del m2 varía según el barrio y el estado de avance de obra. Pero a modo de referencia podría afirmarse que en la ciudad de Autónoma de Buenos Aires el metro cuadrado a la venta se cotiza entre los 1500 y 2500 dólares el m2, en unidades de uno y dos ambientes. “Aunque claramente en las zonas premium como por ejemplo el corredor norte estos valores pueden superar estos parámetros”, concluyó Migliorisi.

Aunque para Altgelt los departamentos en pozo para la clase media debería no superar los 1600 dólares el m2. Hay que tener en cuenta que el m2 de construcción está en 900 dólares. A ese número hay que sumarle el valor del m2 de la tierra (entre 300 y 400 dólares) más las ganancia del desarrollador.

Por Leandro Murciego, Sábado 17 de octubre de 2015
Publicado en el suplemento Propiedades & Countries del diario LA NACION

Unidades para presupuestos acotados

Con cifras que oscilan entre los 70.000 y 90.000 dólares se pueden adquirir departamentos monoambiente hasta de un dormitorio entre 30 a 45 m2

Unos sábados atrás, en este mismo suplemento, Damián Tabakman escribía acerca de la actualidad del mercado inmobiliario y tres caminos posibles frente a la situación: el de los optimistas, que proponen poner en marcha los proyectos antes de fin de este año; el de los pesimistas, que aconsejan vender a la brevedad y, una tercera postura, en su opinión personal la mejor, que se inclina por empezar a comprar.

Tabakman mismo señalaba además que, a pesar de haber bajado en los últimos tiempos un 10%, y estar en Buenos Aires por debajo de San Pablo, México D.F. y Montevideo, no hay -hoy y aquí- certidumbre respecto del valor relativo actual de los inmuebles. ¿Cómo transitar, entonces, cualquiera de estos caminos?

Tratando de despejar mínimamente el panorama consultando a operadores del sector sobre las últimas novedades del mercado y, según su experiencia, el monto que mínimo que se necesita para adquirir una propiedad estándar en la ciudad de Buenos Aires.

Jorge Toselli, presidente JT Inmobiliaria y prosecretario de la Cámara Inmobiliaria Argentina (CIA), comentó que “si bien algo se había reactivado, con el problema de la deuda, que se suma a la suba del dólar y la falta de seguridad jurídica y de créditos con posibilidad de repago, el mercado se volvió a estancar. Con 70.000 dólares se puede adquirir un departamento de 1 ambiente, y con 90.000 dólares uno de dos ambientes. Hablo de inmuebles de treinta años de antigüedad, luminosos, de entre 35/38 m2. En estos momentos, la oferta de usados a la venta se concentra en un 56% de inmuebles de estas características”. Metros más, metros menos, con esta apreciación coincide Francisco Altgelt, director de Altgelt Negocios Inmobiliarios, que consideró: “Por los montos señalados, dependiendo del barrio, se pueden comprar departamentos entre 30 y 45 m2, que pueden dejar una renta del 5% anual en dólares”. En cuanto al mercado, lo ve algo más activo que 2013. “Se han sincerado los precios y es más fácil que se logre acuerdo entre comprador y vendedor. La gran mayoría de los compradores son usuarios finales y muchos inversores están aún expectantes”, dijo. Seguí leyendo “Unidades para presupuestos acotados”